Page 312 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Era un anciano, con unos bigotes blancos, tan finos que casi no
se le notaban.
¡Esa frase hizo que me sobresaltara!
—Tomó uno de los extremos de la caja como si se trata
ra de un juego de té, mientras yo tomaba el otro, sudando y ja
deando como un oso. Me costó un gran trabajo levantar la parte
que me correspondía, pero lo conseguí y... no soy tampoco un
debilucho.
—¿Cómo logró usted entrar en la casa de Piccadilly?
—Me estaba esperando también allí. Debió salir inme
diatamente y llegar allí antes que yo, puesto que cuando llamé a
la puerta, salió él mismo a abrirme y me ayudó a descargar las
cajas en el vestíbulo.
—¿Las nueve? —le pregunté.
—Sí; llevé cinco en el primer viaje y cuatro en el segun
do. Era un trabajo muy pesado, y no recuerdo muy bien cómo
regresé a casa.
Lo interrumpí:
—¿Se quedaron las cajas en el vestíbulo?
—Sí; era una habitación muy amplia, y no había en ella
nada más.
Hice otra tentativa para saber algo más al respecto.
—¿No le dio ninguna llave?
—No tuve necesidad de ninguna llave. El anciano me
abrió la puerta y volvió a cerrarla cuando me fui. No recuerdo
nada de la segunda vez, pero eso se debe ala cerveza.
—¿Y no recuerda usted el número dela casa?
—No, señor. Pero no tendrá dificultades en encontrarla.
Es un edificio alto, con una fachada de piedra y un escudo de
armas y unas escaleras bastante altas que llegan hasta la puerta
de entrada. Recuerdo esas escaleras debido a que tuve que
subir por ellas con las cajas, junto con tres muchachos que se
acercaron para ganarse unos peniques. El viejo les dio chelines
y, como vieron que les había dado mucho, quisieron más toda
vía, pero el anciano agarró a uno de ellos por el hombro y poco
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