Page 317 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Sólo una línea más. Mina duerme profundamente y su
                  respiración es regular. Tiene la frente surcada de pequeñas
                  arrugas, como si incluso dormida estuviera pensando. Está to
                  davía muy pálida, pero no tan macilenta como esta mañana.
                  Mañana espero que podremos poner fin a todo esto; se irá a
                  nuestra casa de Exéter. ¡Oh! ¡Qué sueño tengo!

                                  Del diario del doctor Seward

                         1 de octubre. Estoy absolutamente asombrado por lo de
                  Renfield. Sus saltos de humor son tan repentinos, que tengo
                  dificultades para poder registrarlos y adaptarme a ellos, y como
                  siempre tienen un significado que va más allá de su propio bie
                  nestar, forman un estudio más que interesante. Esta mañana,
                  cuando fui a verlo, después de que hubo rechazado a van Hel
                  sing, sus modales eran los de un hombre que estaba dirigiendo
                  al destino. En efecto, estaba dándole órdenes al destino, subjeti
                  vamente. No se preocupaba en absoluto por ninguna de las
                  cosas terrenales; estaba en las nubes y miraba desde su atalaya
                  a todas las flaquezas y deseos de nosotros, los pobres mortales.
                         Decidí aprovecharme de la ocasión y aprender algo, de
                  modo que le pregunté:
                         —¿Qué me dice usted de las moscas en estos últimos
                  tiempos?

                         Me sonrió con aire muy superior..., con una sonrisa co
                  mo la que hubiera podido aparecer en el rostro de Malvolio, an
                  tes de responderme:

                         —La mosca, mi querido señor, tiene una característica
                  sorprendente: sus alas son típicas del carácter aéreo de las fa
                  cultades psíquicas. ¡Los antiguos tuvieron razón cuando repre
                  sentaron el alma en forma de mariposa!
                         Pensé agotar su analogía, y dije rápidamente:
                         —¡Oh! ¿Está usted buscando un alma ahora?

                         Su locura envolvió a la razón y una expresión de asom
                  bro se extendió sobre su rostro al tiempo que, sacudiendo la
                  cabeza con una energía que no le había visto nunca antes, dijo:

                         —¡Oh, no, no! No quiero almas. Todo lo que quiero es
                  vida —su rostro se iluminó en ese momento—. Siento una gran
                  indiferencia sobre eso en la actualidad. La vida está muy bien:




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