Page 322 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Durante unos momentos, permaneció sentado, como
                  abatido. Repentinamente se puso en pie, con los ojos brillantes y
                  todos los signos de una gran excitación cerebral.
                         —¡Váyase al infierno con sus almas! —gritó—. ¿Por qué
                  me molesta con sus almas? ¿Cree que no tengo ya bastante con
                  qué preocuparme, sufrir y distraerme, sin pensar en las almas?

                         Tenía un aspecto tan hostil que pensé que se disponía a
                  llevar a cabo otro ataque homicida, de modo que hice sonar mi
                  silbato. Sin embargo, en el momento en que lo hice se calmó y
                  dijo, en tono de excusa:
                         —Perdóneme, doctor; perdí el control. No necesita usted
                  ayuda de ninguna especie. Estoy tan preocupado que me irrito
                  con facilidad. Si conociera usted el problema al que tengo que
                  enfrentarme y al que tengo que buscar una solución, me tendría
                  lástima, me toleraría y me excusaría. Le ruego que no me metan
                  en una camisa de fuerza. Deseo reflexionar y no puedo hacerlo
                  cuando tengo el cuerpo atado. ¡Estoy seguro de que usted lo
                  comprenderá!
                         Era evidente que tenía autodominio, de modo que cuan
                  do llegaron los asistentes les dije que podían retirarse. Renfield
                  los observó, mientras se alejaban; cuando cerraron la puerta,
                  dijo, con una considerable dignidad y dulzura:
                         —Doctor Seward, ha sido usted muy considerado con
                  migo. ¡Créame que le estoy muy agradecido!
                         Creí que sería conveniente dejarlo en ese momento y
                  me fui. Hay desde luego algo en que pensar respecto al estado
                  de ese hombre. Varios puntos parecen formar lo que los perio
                  distas americanos llaman "una historia", tan sólo es preciso po
                  nerlos en orden. Vamos a intentarlo.
                         No desea mencionar la palabra "beber".
                         Teme el sentirse cargado con el "alma" de algo.

                         No tiene miedo de pensar en la "vida" en el futuro.
                         Desprecia todas las formas inferiores de vida, aunque
                  teme ser atormentado por sus almas.
                         ¡Lógicamente, todos esos puntos indican algo! Tiene la
                  seguridad, en cierto modo, de que llegará a adquirir cierta forma
                  de vida superior. Teme la consecuencia..., la carga de un alma.
                  Por consiguiente, ¡es una vida humana la que está buscando!



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