Page 328 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Mientras hablaba, se oyeron unos golpecitos suaves en
la puerta; me dirigí a ella, la abrí y encontré a Quincey y a Arthur
que estaban en el pasillo, en pijama y zapatillas; este último
habló:
—Oí a su asistente que llamaba al doctor van Helsing y
le hablaba de un accidente. Por consiguiente, desperté a Quin
cey o, más bien, lo llamé, ya que estaba despierto. Las cosas
están sucediendo con demasiada rapidez y de manera muy ex
traña como para que podamos dormir profundamente en estos
tiempos. He estado pensando en que mañana por la noche no
veremos las cosas tal como han sucedido. Tendremos que mirar
hacia atrás y hacia adelante un poco más de lo que lo hemos
estado haciendo. ¿Podemos entrar?
Asentí, y mantuve la puerta abierta hasta que se encon
traron en el interior; luego, volví a cerrarla. Cuando Quincey vio
la actitud y el estado del paciente y notó el horrible charco de
sangre que había en el suelo, dijo suavemente:
—¡Dios santo! ¿Qué le ha sucedido? ¡Pobre diablo!
Se lo expliqué brevemente y añadí que esperábamos
que recuperaría el conocimiento después de la operación..., al
menos durante un corto tiempo. Fue inmediatamente a sentarse
al borde de la cama, con Godalming a su lado, y esperamos
todos pacientemente.
—Debemos esperar —dijo van Helsing para determinar
el mejor sitio posible en donde poder practicar la trepanación,
para poder retirar el coágulo de sangre con la mayor rapidez y
eficiencia posibles, ya que es evidente que la hemorragia va en
aumento.
Los minutos durante los cuales estuvimos esperando
pasaron con espantosa lentitud. Tenía un pensamiento terrible, y
por el semblante de van Helsing comprendí que sentía cierto
temor o aprensión de lo que iba a suceder. Temía las palabras
que Renfield iba a pronunciar.
Temía verdaderamente pensar, pero estaba consciente
de lo que estaba sucediendo, puesto que he oído hablar de
hombres que han oído el reloj de la muerte. La respiración del
pobre hombre se hizo jadeante e irregular. Parecía en todo mo
mento que iba a abrir los ojos y a hablar, pero entonces, se pro
ducía una respiración prolongada y estertórea y se calmaba,
para adquirir una mayor insensibilidad. Aunque estaba acostum
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