Page 341 - Drácula
P. 341
Drácula de Bram Stoker
Me esforcé todo lo que pude, pero no logré que desper
tara. Eso hizo que me asustara mucho y miré en torno mío, ate
rrorizada. Entonces, el corazón me dio un vuelco: al lado de la
cama, como si hubiera surgido de la niebla o mejor dicho, como
si la niebla se hubiera transformado en él, puesto que había
desaparecido por completo, había un hombre alto y delgado,
vestido de negro. Lo reconocí inmediatamente por la descripción
que me hicieron los otros. Por su rostro blanco como la cera; la
nariz larga y aquilina, sobre la que la luz formaba una delgada
línea blanca; los labios entreabiertos, entre los que aparecían los
dientes blancos y agudos y los ojos rojos que me parecía haber
visto a la puesta del sol en la Iglesia de Santa María, en Whitby.
Conocía también la cicatriz roja que tenía en la frente, donde
Jonathan lo golpeó. Durante un momento, mi corazón se detuvo
y quise gritar, pero estaba paralizada. Mientras tanto, el mons
truo habló, con un susurro seco y cortante, mostrando con el
dedo a Jonathan:
"—¡Silencio! Si profiere usted un solo sonido, lo cogeré a
él y le aplastaré la cabeza.
"Yo estaba aterrorizada y demasiado estupefacta como
para poder hacer o decir algo. Con una sonrisa burlona, me puso
una mano en el hombro y, manteniéndome bien sujeta me des
nudó la garganta con la otra, diciendo al mismo tiempo:
"—Primeramente, un pequeño refresco, como pago por
mis esfuerzos. Será mejor que esté inmóvil; no es la primera vez
ni la segunda que sus venas me han calmado la sed.
"Yo estaba atolondrada y, por extraño que pueda pare
cer, no deseaba estorbarle. Supongo que es parte de su terrible
poder, cuando está tocando a una de sus víctimas. Y, ¡oh, Dios
mío, oh, Dios mío, ten piedad de mí! ¡Apoyó sus labios asquero
sos en mi garganta!
"Sentí que mis fuerzas me estaban abandonando y es
taba medio desmayada. No sé cuanto tiempo duró esa terrible
escena, pero me pareció que pasaba un buen rato antes de que
retirara su boca asquerosa, maloliente y sucia. ¡Vi que estaba
llena de sangre fresca!"
El recuerdo pareció ser superior a sus fuerzas y se hu
biera desplomado a no ser por el brazo de su esposo que la
sostenía. Con un enorme esfuerzo, se controló, y siguió dicien
do:
340