Page 347 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
nalmente, Mina se calmó un poco, se volvió hacia el profesor y
dijo con dulzura, aunque con una infinita tristeza, mientras el
doctor van Helsing le tomaba la mano:
—Le prometo, amigo mío, que si Dios permite que siga
viviendo, yo me esforzaré en hacerlo, hasta que, si es su volun
tad, este horror haya concluido para mí.
Ante tan buena y valerosa actitud, todos sentimos que
nuestros corazones se fortalecían, disponiéndonos a trabajar y a
soportarlo todo por ella. Y comenzamos a deliberar sobre qué
era lo que debíamos hacer. Le dije a Mina que tenía que guardar
todos los documentos en la caja fuerte y todos los papeles, dia
rios o cilindros de fonógrafo que pudiéramos utilizar más adelan
te, y que debería encargarse de tenerlo todo en orden, como lo
había hecho antes, Vi que le agradaba la perspectiva de tener
algo que hacer... si el verbo "agradar" puede emplearse, con
relación a un asunto tan horrendo.
Como de costumbre, van Helsing nos había tomado la
delantera a todos, y estaba preparado con un plan exacto para
nuestro trabajo.
—Es quizá muy conveniente el hecho de que cuando vi
sitamos Carfax decidiéramos no tocar las cajas de tierra que allí
había —dijo—. Si lo hubiéramos hecho, el conde podría adivinar
cuáles eran nuestras intenciones y, sin duda alguna, hubiera
tomado las disposiciones pertinentes, de antemano, para frustrar
un esfuerzo semejante en lo que respecta a las otras cajas, pe
ro, ahora, no conoce nuestras intenciones.
Además, con toda probabilidad no sabe que tenemos el
poder de esterilizar sus refugios, de tal modo que no pueda vol
vera utilizarlos. Hemos avanzado tanto en nuestros conocimien
tos sobre la disposición de esas cajas, que cuando hayamos
visitado la casa de Piccadilly, podremos seguir el rastro a las
últimas de las cajas. Por consiguiente, el día de hoy es nuestro,
y en él reposan nuestras esperanzas. El sol que se eleva sobre
nosotros, en medio de nuestra tristeza, nos guía en su curso.
Hasta que se ponga el astro rey, esta noche, el monstruo deberá
conservar la forma que ahora tiene. Está confinado en las limita
ciones de su envoltura terrestre. No puede convertirse en aire, ni
desaparecer, pasando por agujeros, orificios, rendijas ni grietas.
Para pasar por una puerta, tiene que abrirla, como todos los
mortales. Por consiguiente, tenemos que encontrar en este día
todos sus refugios, para esterilizarlos. Entonces, si todavía no lo
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