Page 350 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  todas las posesiones del caballero que se encontraba fuera.
                  Luego, fue a ver a un constructor y le vendió la casa, estable
                  ciendo el acuerdo de que debería derribarla y retirar todos los
                  escombros antes de una fecha determinada. Tanto la policía
                  como el resto de las autoridades inglesas lo ayudaron todo lo
                  que pudieron. Cuando el verdadero propietario regresó de Suiza
                  encontró solamente un solar vacío en el lugar en que había es
                  tado su casa. Ese delito fue llevado a cabo en régle, y nuestro
                  trabajo debe llevarse a cabo también en régle. No debemos ir
                  tan temprano que los policías sospechen de nuestros actos; por
                  el contrario, debemos ir después de las diez de la mañana,
                  cuando haya muchos agentes en torno nuestro, y nos comporta
                  remos como si fuéramos realmente los propietarios de la casa.
                         No pude dejar de comprender que tenía toda la razón y
                  hasta la terrible desesperación reflejada en el rostro de Mina se
                  suavizó un poco, debido a las esperanzas que cabía abrigar en
                  un consejero tan bueno. Van Helsing continuó:
                         —Una vez dentro de la casa, podemos encontrar más
                  indicios y, de todos modos, alguno de nosotros podrá quedarse
                  allá, mientras los demás van a visitar los otros lugares en los que
                  se encuentran otras cajas de tierra... en Bermondsey y en Mile
                  End.
                         Lord Godalming se puso en pie.

                         —Puedo serles de cierta utilidad en este caso —dijo—.
                  Puedo ponerme en comunicación con los míos para conseguir
                  caballos y carretas en cuanto sea necesario.
                         —Escuche, amigo mío —intervino Morris—, es una bue
                  na idea el tenerlo todo dispuesto para el caso de que tengamos
                  que retroceder apresuradamente a caballo, pero, ¿no cree usted
                  que cualquiera de sus vehículos, con sus adornos heráldicos,
                  atraería demasiado la atención para nuestros fines, en cualquier
                  camino lateral de Walworth o de Mile End? Me parece que será
                  mejor que tomemos coches de alquiler cuando vayamos al sur o
                  al oeste; e incluso dejarlos en algún lugar cerca del punto a que
                  nos dirigimos.
                         —¡El amigo Quincey tiene razón! —dijo el profesor —.
                  Su cabeza está, como se dice, al ras del horizonte. Vamos a
                  llevar a cabo un trabajo delicado y no es conveniente que la
                  gente nos observe, si es posible evitarlo.






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