Page 351 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Mina se interesaba cada vez más en todos los detalles y
                  yo me alegraba de que las exigencias de esos asuntos contribu
                  yeran a hacerla olvidar la terrible experiencia que había tenido
                  aquella noche. Estaba extremadamente pálida..., casi espectral y
                  tan delgada que sus labios estaban retirados, haciendo que los
                  dientes resaltaran en cierto modo. No mencioné nada, para evi
                  tar causarle un profundo dolor, pero sentí que se me helaba la
                  sangre en las venas al pensar en lo que le había sucedido a la
                  pobre Lucy, cuando el conde le había sorbido la sangre de sus
                  venas. Todavía no había señales de que los dientes comenzaran
                  a agudizarse, pero no había pasado todavía mucho tiempo y
                  había ocasión de temer.
                         Cuando llegamos a la discusión de la secuencia de
                  nuestros esfuerzos y de la disposición de nuestras fuerzas, hubo
                  nuevas dudas. Finalmente, nos pusimos de acuerdo en que
                  antes de ir a Piccadilly, teníamos que destruir el refugio que
                  tenía el conde cerca de allí. En el caso de que se diera cuenta
                  demasiado pronto de lo que estábamos haciendo, debíamos
                  estar ya adelantados en nuestro trabajo de destrucción, y su
                  presencia, en su forma natural y en el momento de mayor debili
                  dad, podría facilitarnos todavía más indicaciones útiles.
                         En cuanto a la disposición de nuestras fuerzas, el profe
                  sor sugirió que, después de nuestra visita a Carfax, debíamos
                  entrar todos a la casa de Piccadilly; que los dos doctores y yo
                  deberíamos permanecer allí, mientras Quincey y lord Godalming
                  iban a buscar los refugios de Walworth y Mile End y los des
                  truían. Era posible, aunque no probable, que el conde apareciera
                  en Piccadilly durante el día y, en ese caso, estaríamos en condi
                  ciones de acabar con él allí mismo. En todo caso, estaríamos en
                  condiciones de seguirlo juntos. Yo objeté ese plan, en lo relativo
                  a mis movimientos, puesto que pensaba quedarme a cuidar a
                  Mina; creía que estaba bien decidido a ello; pero ella no quiso
                  escuchar siquiera esa objeción. Dijo que era posible que se pre
                  sentara algún asunto legal en el que yo pudiera resultar útil; que
                  entre los papeles del conde podría haber algún indicio que yo
                  pudiera interpretar debido a mi estancia en Transilvania y que de
                  todos modos, debíamos emplear todas las fuerzas de que dis
                  poníamos para enfrentarnos al tremendo poder del monstruo.
                  Tuve que ceder, debido a que Mina había tomado su resolución
                  al respecto; dijo que su última esperanza era que pudiéramos
                  trabajar todos juntos.






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