Page 388 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
parecieron animarse a su vez, como dejándose contagiar por su
alegría; como consecuencia de ello, yo también me sentí como
si el peso tremendo que pesa sobre todos nosotros se hubiera
aligerado un poco. Todos nos retiramos temprano a nuestras
habitaciones. Mina está durmiendo ahora como un bebé; es
maravilloso que le quede todavía la facultad de dormir, en medio
de su terrible problema. Doy gracias a Dios por ello, ya que, de
ese modo, al menos podrá olvidarse ella de su dolor. Es posible
que su ejemplo me afecte, como lo hizo su alegría de esta tarde.
Voy a intentarlo. ¡Qué sea un sueño sin pesadillas!
6 de octubre, por la mañana. Otra sorpresa. Mina me
despertó temprano, casi a la misma hora que el día anterior, y
me pidió que le llevara al doctor van Helsing. Pensé que se tra
taba de otra ocasión para el hipnotismo y, sin vacilaciones, fui en
busca del profesor. Evidentemente, había estado esperando una
llamada semejante, ya que lo encontré en su habitación comple
tamente vestido. Tenía la puerta entreabierta, como para poder
oír el ruido producido por la puerta de nuestra habitación al
abrirse. Me acompañó inmediatamente; al entrar en la habita
ción, le preguntó a Mina si deseaba que los demás estuvieran
también presentes.
—No —dijo con toda simplicidad—; no será necesario.
Puede usted decírselo más tarde. Deseo ir con ustedes en su
viaje.
El doctor van Helsing estaba tan asombrado como yo
mismo. Al cabo de un momento de silencio, preguntó:
—Pero, ¿por qué?
—Deben llevarme con ustedes. Yo estoy más segura
con ustedes, y ustedes mismos estarán también más seguros
conmigo.
—Pero, ¿por qué, querida señora Mina? Ya sabe usted
que su seguridad es el primero y el más importante de nuestros
deberes. Vamos a acercarnos a un peligro, al que usted está o
puede estar más expuesta que ninguno de nosotros, por las
circunstancias y las cosas que han sucedido.
Hizo una pausa, sintiéndose confuso.
Al replicar, Mina levantó una mano y señaló hacia su
frente.
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