Page 383 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  pregunté si los horrores de los días precedentes no habían sido
                  solamente un sueño. Fue solamente cuando vi la cicatriz que
                  tenía la señora Harker en la frente cuando volví a la realidad.
                  Incluso ahora, cuando estoy resolviendo el asunto gravemente,
                  es casi imposible comprender que la causa de todos nuestros
                  problemas existe todavía. Incluso la señora Harker parece olvi
                  darse de su situación durante largos ratos; solo de vez en cuan
                  do, cuando algo se lo recuerda, se pone a pensar en la terrible
                  marca que lleva en la frente. Debemos reunirnos aquí, en mi
                  estudio, dentro de media hora, para decidir qué vamos a hacer.
                  Solamente veo una dificultad inmediata; la veo más por instinto
                  que por raciocinio: tendremos que hablar todos francamente y,
                  sin embargo, temo que, de alguna manera misteriosa, la lengua
                  de la pobre señora Harker esté sujeta. Sé que llega a conclusio
                  nes que le son propias, y por cuanto ha sucedido, puedo imagi
                  narme cuán brillantes y verdaderas deben ser; pero no desea o
                  no puede expresarlas. Le he mencionado eso a van Helsing y él
                  y yo deberemos conversar sobre ese tema cuando estemos
                  solos. Supongo que parte de ese horrible veneno que le ha sido
                  introducido en las venas comienza a trabajar. El conde tenía sus
                  propios propósitos cuando le dio lo que van Helsing llama "el
                  bautismo de sangre del vampiro". Bueno, puede haber un ve
                  neno que se destila de las cosas buenas; ¡en una época en la
                  que la existencia de tomaínas es un misterio, no debemos sor
                  prendernos de nada! Algo es seguro: que si mi instinto no me
                  engaña respecto a los silencios de la pobre señora Harker, exis
                  tirá una terrible dificultad, un peligro desconocido, en el trabajo
                  que nos espera. El mismo poder que la hace guardar silencio
                  puede hacerla hablar. No puedo continuar pensando en ello,
                  porque, de hacerlo, deshonraría con el pensamiento a una mujer
                  noble.

                         Más tarde. Cuando llegó el profesor, discutimos sobre la
                  situación. Comprendía que tenía alguna idea, que quería expo
                  nérnosla, pero tenía cierto temor de entrar de lleno en el tema.
                  Después de muchos rodeos, dijo repentinamente:
                         —Amigo John, hay algo que usted y yo debemos discutir
                  solos, en todo caso, al principio. Más tarde, tendremos que con
                  fiar en todos los demás.
                         Hizo una pausa. Yo esperé, y el profesor continuó al ca
                  bo de un momento:
                         —La señora Mina, nuestra pobre señora Mina, está
                  cambiando.



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