Page 378 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         "Nos comunicaron, entre otras cosas, que ayer, más o
                  menos a las cinco de la tarde, llegó un hombre con mucho apre
                  suramiento. Un hombre alto, delgado y pálido, con nariz aquilina,
                  dientes muy blancos y unos ojos que parecían estar ardiendo.
                  Que iba vestido todo de negro, con excepción de un sombrero
                  de paja que llevaba y que no le sentaba bien ni a él ni al tiempo
                  que estaba haciendo, y que distribuyó generosamente su dinero,
                  haciendo preguntas para saber si había algún barco que se diri
                  giera hacia el Mar Negro, y hacia qué punto. Lo llevaron a las
                  oficinas y al barco, a bordo del cual no quiso subir, sino que se
                  detuvo en el muelle y pidió que el capitán fuera a verlo. El capi
                  tán acudió, cuando le dijeron que le pagaría bien, y aunque mal
                  dijo mucho al principio, cerró trato con él. Entonces, el hombre
                  alto y delgado se fue, no sin que antes le indicara alguien donde
                  podía encontrar una carreta y un caballo. Pronto volvió, condu
                  ciendo él mismo una carreta sobre la que había una gran caja,
                  que descargó él solo, aunque fueron necesarios varios hombres
                  para llevarla a la grúa y para meterla a la bodega del barco. Le
                  dio muchas indicaciones al capitán respecto a cómo y dónde
                  debería ser colocada aquella caja, pero al capitán no le agradó
                  aquello, lo maldijo en varias lenguas y le dijo que fuera si quería
                  a ver como era estibada la maldita caja. Pero él dijo que no po
                  día hacerlo en ese momento; que embarcaría más tarde, ya que
                  tenía muchas cosas en qué ocuparse. Entonces, el capitán le
                  dijo que se diera prisa... con sangre... ya que aquel barco iba a
                  aparejar... con sangre... en cuanto fuera propicia la marea... con
                  sangre. Entonces, el hombre sonrió ligeramente y le dijo que, por
                  supuesto, iría en tiempo útil, pero que no sería demasiado pron
                  to. El capitán volvió a maldecir como un poligloto y el hombre
                  alto le hizo una reverencia y le dio las gracias, prometiéndole
                  embarcarse antes de que aparejara, para no causarle ningún
                  trastorno innecesario. Finalmente, el capitán, más rojo que nun
                  ca, y en muchas otras lenguas, le dijo que no quería malditos
                  franceses piojosos en su barco. Entonces, después de preguntar
                  dónde podría encontrar un barco no muy lejos, en donde poder
                  comprar impresos de embarque, se fue. "Nadie sabía adónde
                  había ido, como decían, puesto que pronto pareció que el Czari
                  na Catherine no aparejaría tan pronto como habían pensado.
                  Una ligera bruma comenzó a extenderse sobre el río y fue ha
                  ciéndose cada vez más espesa, hasta que, finalmente, una den
                  sa niebla cubrió al barco y todos sus alrededores. El capitán
                  maldijo largo y tendido en todas las lenguas que conocía, pero
                  no pudo hacer nada. El agua se elevaba cada vez más y co
                  menzó a pensar que de todos modos iba a perder la marea. No



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