Page 380 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
—Tenemos la mejor prueba posible de ello: sus propias
declaraciones, cuando estaba usted en trance hipnótico, esta
mañana.
Volví a preguntarle si era necesario que persiguieran al
conde, debido a que temía que Jonathan me dejara sola y sabía
que se iríatambién si los demás lo hacían.
Me habló al principio con calma y cada vez de manera
más apasionada. Sin embargo, conforme continuaba hablando,
se airaba más cada vez, hasta que al final vimos que le quedaba
al menos aún parte de aquel dominio de sí mismo que lo hacía
maestro entre los hombres.
—Sí, es necesario... ¡Necesario! ¡Necesario! Por su bien
en primer lugar, y por el bien de toda la humanidad. Ese mons
truo ha hecho ya demasiado daño, en el estrecho espacio en
que se encuentra y en el corto tiempo que ha transcurrido desde
que era sólo un cuerpo que estaba buscando su medida en la
oscuridad y en la ignorancia. Todo eso se lo he explicado ya a
los demás; usted, mi querida señora Mina, lo escuchará en el
fonógrafo de mi amigo John o en el de su esposo. Les he expli
cado como el hecho de salir de su tierra árida..., árida en habi
tantes..., para venir a este país en el que las personas habitan
como los granos de maíz en una plantación, había sido un traba
jo de siglos. Si algún otro muerto vivo tratara de hacerlo mismo
que él, necesitaría para ello todos los siglos del planeta y todavía
no tendría bastante. En el caso del vampiro que nos ocupa, to
das las fuerzas ocultas de la naturaleza, profundas y poderosas,
deben haberse unido de alguna forma monstruosa. El lugar
mismo en que permaneció como muerto vivo durante todos esos
siglos, está lleno de rarezas del mundo geológico y químico. Hay
fisuras y profundas cavernas que nadie sabe hasta dónde llegan.
Hay también volcanes, algunos de los cuales expulsan todavía
aguas de propiedades extrañas, y gases que matan o vivifican.
Indudablemente, hay algo magnético o eléctrico en algunas de
esas combinaciones de fuerzas ocultas, que obran de manera
extraña sobre la vida física, y que en sí mismas fueron desde el
principio grandes cualidades. En tiempos duros y de guerras, fue
celebrado como el hombre de nervios mejor templados, de inte
ligencia más despierta, y de mejor corazón. En él, algún principio
vital extraño encontró su máxima expresión, y mientras su cuer
po se fortalecía, se desarrollaba y luchaba, su mente también
crecía. Todo esto, con la ayuda diabólica con que cuenta segu
ramente, puesto que todo ello debe atribuirse a los poderes que
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