Page 390 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —Primeramente, debemos tomar ese navío; luego,
                  cuando hayamos identificado la caja, debemos colocar una rama
                  de rosal silvestre sobre ella. Deberemos sujetarla, ya que cuan
                  do la rama está sobre la caja, nadie puede salir de ella. Al me
                  nos así lo dice la superstición. Y la superstición debe merece
                  mos confianza en principio; era la fe del hombre en la antigüe
                  dad, y tiene todavía sus raíces en la fe. Luego, cuando tenga
                  mos la oportunidad que estamos buscando... Cuando no haya
                  nadie cerca para vernos, abriremos la caja y..., y todo habrá
                  concluido.
                         —No pienso esperar a que se presente ninguna oportu
                  nidad —dijo Morris—. En cuanto vea la caja, la abriré y destruiré
                  al monstruo, aunque haya mil hombres observándome, y aunque
                  me linchen un momento después.
                         Agarré su mano instintivamente y descubrí que estaba
                  tan firme como un pedazo de acero. Pienso que comprendió mi
                  mirada; espero que la entendiera.
                         —¡Magnífico! —dijo el profesor van Helsing—. ¡Magnífi
                  co! ¡Nuestro amigo Quincey es un hombre verdadero! ¡Que Dios
                  lo bendiga por ello! Amigo mío, ninguno de nosotros se quedará
                  atrás ni será detenido por ningún temor. Estoy diciendo solamen
                  te lo que podremos hacer... Lo que debemos hacer. Pero en
                  realidad ninguno de nosotros puede decir qué hará. Hay muchas
                  cosas que pueden suceder, y sus métodos y fines son tan diver
                  sos que, hasta que llegue el momento preciso, no podremos
                  decirlo. De todos modos, deberemos estar armados, y cuando
                  llegue el momento final, nuestro esfuerzo no debe resultar vano.
                  Ahora, dediquemos el día de hoy a poner todas nuestras cosas
                  en orden. Dejemos preparadas todas las cosas relativas a otras
                  personas que nos son queridas o que dependen de nosotros,
                  puesto que ninguno de nosotros puede decir qué, cuándo ni
                  cómo puede ser el fin. En cuanto a mí, todos mis asuntos están
                  en orden y, como no tengo nada más que hacer, voy a preparar
                  ciertas cosas y a tomar ciertas disposiciones para el viaje. Voy a
                  conseguir todos nuestros billetes, etcétera.
                         No había nada más de qué hablar, y nos separamos.

                         Ahora debo poner en orden todos mis asuntos sobre la
                  tierra y estar preparado para cualquier cosa que pueda suce
                  der...
                         Más tarde. Ya está todo arreglado. He hecho mi testa
                  mento y todo está completo. Mina, si sobrevive, es mi única he



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