Page 404 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  usted al vicecónsul y obtenga su ayuda para entrar en relación
                  con su colega en Galatz y que haga todo lo posible para allanar
                  nos el camino, con el fin de que no tengamos que perder tiempo
                  cuando estemos sobre el Danubio. John deberá permanecer con
                  la señora Mina y conmigo y conversaremos. Así, si pasa el tiem
                  po y ustedes se retrasan, no importará que llegue el momento de
                  la puesta del sol, puesto que yo estaré aquí con la señora Mina,
                  para que nos haga su informe.
                         —Y yo —dijo la señora Harker vivamente, con una ex
                  presión más parecida a la antigua, de sus días felices, que la
                  que le habíamos visto desde hacía muchos días—, voy a tratar
                  de serles útil de todas las formas posibles y debo pensar y escri
                  bir para ustedes, como lo hacía antes. Algo está cambiando en
                  mí de una manera muy extraña, ¡y me siento más libre que lo
                  que lo he estado durante los últimos tiempos!
                         Los tres más jóvenes parecieron sentirse más felices en
                  el momento en que les pareció comprender el significado de sus
                  palabras, pero van Helsing y yo nos miramos con gravedad y
                  una gran preocupación. Sin embargo, no dijimos nada en ese
                  momento. Cuando los tres hombres salieron, para ocuparse de
                  los encargos que les habían sido confiados, van Helsing le pidió
                  a la señora Harker que buscara las copias de los diarios y le
                  llevara la parte del diario de Harker relativo al castillo. La dama
                  se fue a buscar lo que le había pedido el profesor. Este, en
                  cuanto la puerta se cerró tras ella, me dijo:

                         —¡Pensamos lo mismo! ¡Hable!
                         —Se ha producido un cambio. Es una esperanza que
                  me pone enfermo, debido a que podemos sufrir una decepción.
                         —Exactamente. ¿Sabe usted por qué le pedí a ella que
                  me fuera a buscar el manuscrito?
                         —¡No! —le dije—, a menos que fuera para tener oportu
                  nidad de hablar conmigo a solas.

                         —Tiene usted en parte razón, amigo mío, pero sólo en
                  parte. Quiero decirle algo y, verdaderamente, amigo John, estoy
                  corriendo un riesgo terrible, pero creo que es justo. En el mo
                  mento en que la señora Mina dijo esas palabras que nos sor
                  prendieron tanto a ambos. Tuve una inspiración. Durante el tran
                  ce de hace tres días, el conde le envió su espíritu para leerle la
                  mente; o es más probable que se la llevara para que lo viera a él
                  en su caja de tierra del navío, en medio del mar; por eso se libe



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