Page 405 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
raba poco antes de la salida y de la puesta del sol. Así supo que
estábamos aquí, puesto que ella tenía más que decir en su vida
al aire libre, con ojos para ver y oídos para escuchar, que él,
encerrado como está, en su féretro. Entonces, ahora debe estar
haciendo un supremo esfuerzo para huir de nosotros. Actual
mente no la necesita. "Está seguro, con el gran conocimiento
que tiene, que ella acudirá a su llamada, pero eliminó su poder
sobre ella, como puede hacerlo, para que ella no vaya a su en
cuentro. ¡Ah! Ahora tengo la esperanza de que nuestros cere
bros de hombres, que han sido humanos durante tanto tiempo y
que no han perdido la gracia de Dios, llegarán más lejos que su
cerebro infantil que permaneció en su tumba durante varios si
glos, que todavía no ha alcanzado nuestra estatura y que sola
mente hace trabajos egoístas y, por consiguiente, mediocres.
Aquí llega la señora Mina. ¡No le diga usted una sola palabra
sobre su trance! Ella no lo sabe, y sería tanto como abrumarla y
desesperarla justamente cuando queremos toda su esperanza,
todo su valor; cuando debemos utilizar el cerebro que tiene y
que ha sido entrenado como el de un hombre, pero es el de una
dulce mujer y ha recibido el poder que le dio el conde y que no
puede retirar completamente..., aunque él no lo piensa así. ¡Oh,
John, amigo mío, estamos entre escollos terribles! Tengo un
temor mayor que en ninguna otra ocasión. Solamente podemos
confiar en Dios. ¡Silencio! ¡Aquí llega!"
Pensé que el profesor iba a tener un ataque de neurosis
y a desplomarse, como cuando murió Lucy, pero con un gran
esfuerzo se controló y no parecía estar nervioso en absoluto
cuando la señora Harker hizo su entrada en la habitación, vivaz
y con expresión de felicidad y, al estar ocupándose de algo,
aparentemente olvidada de su tragedia. Al entrar, le tendió a van
Helsing un manojo de papeles escritos a máquina. El profesor
los hojeó gravemente y su rostro se fue iluminando al tiempo que
leía. Luego, sosteniendo las páginas entre el índice y el pulgar,
dijo:
—Amigo John, para usted, que ya tiene cierta experien
cia..., y también para usted que es joven, señora Mina, he aquí
una buena lección: no tengan miedo nunca de pensar. Un pen
samiento a medias ha estado revoloteando frecuentemente en
mi imaginación, pero temo dejar que pierda sus alas... Ahora,
con más conocimientos, regreso al lugar de donde procedía ese
embrión de pensamiento y descubro que no tiene nada de em
brionario, sino que es un pensamiento completo; aunque tan
joven aún que no puede utilizar bien sus alas diminutas. No;
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