Page 412 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  ker! Cualquiera de ellos o ambos pueden arrojar más luz sobre
                  lo que está sucediendo.
                         Más tarde. El sol se ha puesto ya. Afortunadamente, su
                  puesta se produjo en un momento en el que no había distrac
                  ción, puesto que si hubiera tenido lugar durante nuestra estancia
                  en una estación, no hubiéramos tenido la suficiente calma y
                  aislamiento. La señora Harker respondió a la influencia hipnótica
                  todavía con mayor retraso que esta mañana. Temo que su poder
                  para leer las sensaciones del conde esté desapareciendo, y en
                  el momento en que más lo necesitamos. Me parece que su ima
                  ginación comienza a trabajar. Mientras ha estado en trance has
                  ta ahora, se ha limitado siempre a los hechos simples. Si esto
                  puede continuar así, es posible que llegue a inducirnos a error.
                  Si pensara que el poder del conde sobre ella desaparecerá al
                  mismo tiempo que el poder de ella para conocerlo a él, me senti
                  ría feliz, pero temo que no suceda eso. Cuando habló, sus pala
                  bras fueron enigmáticas:
                         —Algo está saliendo; siento que pasa a mi lado como un
                  viento frío. Puedo oír, a lo lejos, sonidos confusos... Como de
                  hombres que hablan en lenguas desconocidas; el agua que cae
                  con fuerza y aullidos de lobos.
                         Hizo una pausa y la recorrió un estremecimiento, que
                  aumentó de intensidad durante unos segundos, hasta que, fi
                  nalmente, temblaba como en un ataque. No dijo nada más; ni
                  siquiera en respuesta al interrogatorio imperioso del profesor.
                  Cuando volvió del trance, estaba fría, agotada de cansancio y
                  lánguida, pero su mente estaba bien despierta. No logró recordar
                  nada; preguntó qué había dicho, y reflexionó en ello durante
                  largo rato, en silencio.


                         30 de octubre, a las siete de la mañana. Estamos cerca
                  de Galatz ya y es posible que no tenga tiempo para escribir más
                  tarde. Todos esperamos ansiosamente la salida del sol esta
                  mañana. Conociendo la dificultad creciente de procurar el trance
                  hipnótico, van Helsing comenzó sus pases antes que nunca. Sin
                  embargo, no produjeron ningún efecto, hasta el tiempo regular,
                  cuando ella respondió con una dificultad creciente, sólo un minu
                  to antes de la salida del sol. El profesor no perdió tiempo en
                  interrogarla. Su respuesta fue dada con la misma rapidez:
                         —Todo está oscuro. Siento pasar el agua cerca de mis
                  orejas, al mismo nivel, y el raspar de madera contra madera.



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