Page 415 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         El capitán no se mostró descontento por el cumplido, y
                  siguió diciendo:
                         —Cuando pasamos el Bósforo, los hombres comenza
                  ron a gruñir; algunos de ellos, los rumanos, vinieron a verme y
                  me pidieron que lanzara por la borda una gran caja que había
                  sido embarcada por un anciano de mal aspecto, poco antes de
                  que saliéramos de Londres. Los había visto espiar al sujeto ese
                  y levantar sus dos dedos índices cuando lo veían, para evitar el
                  mal ojo. ¡Vaya! ¡Las supersticiones de esos extranjeros son ab
                  solutamente ridículas! Los mandé a que se ocuparan de sus
                  propios asuntos rápidamente, pero como poco después nos
                  encerró la niebla otra vez, sentí en cierto modo que quizá tuvie
                  ran un poco de razón, aunque no podría asegurar que fuera
                  nuevamente la gran caja. Bueno, continuamos navegando y,
                  aunque la niebla no nos abandonó durante cinco días, dejé que
                  el viento nos condujera, puesto que si el diablo quería ir a algún
                  sitio... Bueno, no habría de impedírselo. Y si no nos condujo él,
                  pues, echaremos una ojeada de todos modos. En todo caso,
                  tuvimos aguas profundas y una buena travesía durante todo el
                  tiempo, y hace dos días, cuando el sol de la mañana pasó entre
                  la niebla, descubrimos que estábamos en el río, justamente fren
                  te a Galatz. Los rumanos estaban furiosos y deseaban que, ya
                  fuera con mi consentimiento o sin él, se arrojara la gran caja por
                  encima de la borda, al río. Tuve que discutir un poco con ellos,
                  con una barra en la mano, y cuando el último de ellos abandonó
                  el puente con la cabeza entre las manos, había logrado conven
                  cerlos de que con mal ojo o no, las propiedades de mis patrones
                  se encontraban mucho mejor a bordo de mi barco que en el
                  fondo del Danubio. Habían subido la caja a la cubierta, dispo
                  niéndose a arrojarla al agua, y como estaba marcada Galatz vía
                  Varna, pensé que lo mejor sería dejarla allí, hasta que la descar
                  gáramos en el puerto y nos liberáramos de ella de todos modos.
                  No hicimos mucho trabajo durante ese día, pero por la mañana,
                  una hora antes de la salida del sol, un hombre llegó a bordo con
                  una orden escrita en inglés y que le había sido enviada de Lon
                  dres, para recibir una caja que iba marcada para cierto conde
                  Drácula.
                         Naturalmente, todo estaba preparado para que se la lle
                  vara. Tenía los papeles en regla y me vi contento de deshacer
                  me de esa maldita caja, puesto que yo mismo comenzaba a
                  sentirme inquieto a causa de ella. Si el diablo tenía algún equipa
                  je a bordo, estaba convencido de que solamente podría tratarse
                  de aquella caja.



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