Page 421 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker



                            Del Diario de Mina Harke (continuación)
                         Cuando concluí la lectura, Jonathan me tomó en sus
                  brazos y me abrazó; los demás me tomaron de ambas manos,
                  me sacudieron y el doctor van Helsing dijo:

                         —Nuestra querida señora Mina es, una vez más, nuestra
                  maestra. Sus ojos se han posado en donde nosotros no había
                  mos visto nada. Ahora, estamos nuevamente sobre la pista y,
                  esta vez, podemos triunfar. Nuestro enemigo se encuentra en su
                  punto más débil y, si podemos alcanzarlo de día, sobre el agua,
                  nuestra tarea habrá concluido. Tiene cierta ventaja, pero no
                  puede apresurarse, ya que no puede abandonar su caja con el
                  fin de no despertar sospechas entre quienes lo transportan; en el
                  caso de que ellos sospecharan algo, su primera reacción sería la
                  de arrojarlo inmediatamente por la borda, y perecería en el agua.
                  Naturalmente, él sabe eso y no puede exponerse. Ahora, ami
                  gos, celebremos nuestro consejo de guerra, puesto que es pre
                  ciso que proyectemos aquí mismo, en este preciso instante, lo
                  que cada uno de nosotros debe hacer.
                         —Voy a conseguir una lancha de vapor para seguirlo —
                  dijo lord Godalming.
                         —Y yo caballos para perseguirlo por tierra, en el caso de
                  que desembarque por casualidad —dijo Morris.
                         —¡Bien! —dijo el profesor—. Ambos tienen razón, pero
                  ninguno deberá ir solo.
                         Debemos tener fuerzas para vencer a otras fuerzas, en
                  caso necesario; los eslovacos son fuertes y rudos, y van bien
                  armados.
                         Todos los hombres sonrieron, ya que llevaban sobre
                  ellos un pequeño arsenal.
                         —He traído varios Winchester —dijo el señor Morris—.
                  Pueden usarse muy bien en medio de una multitud y, además,
                  hay lobos, El conde, si lo recuerdan ustedes, tomó otras precau
                  ciones; dio ciertas instrucciones que la señora Harker no pudo
                  oír ni comprender. Debemos estar preparados para todo.
                         —Creo que lo mejor será que vaya yo con Quincey —
                  dijo el doctor Seward—. Estamos acostumbrados a cazar juntos,
                  y los dos, bien armados, podemos ser enemigos de cuidado
                  para cualquiera que se nos ponga enfrente. Usted tampoco debe




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