Page 430 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker



                                       XXVII



                             El diario de Mina Harker



                              de noviembre. Hemos viajado todo el día a buena
                              velocidad. Los caballos parecen saber que los es
                         1    tamos tratando con bondad, ya que demuestran la
                              voluntad de avanzar al mejor paso. Hemos tenido
                              algunos cambios y encontramos tan constantemen
                  te lo mismo, que nos sentimos animados a pensar que el viaje
                  será fácil. El doctor van Helsing se muestra lacónico; les dice a
                  los granjeros que se apresura a ir a Bistritz y les paga bien por
                  hacer un cambio de caballos. Nos dan sopa caliente, café o té, y
                  salimos inmediatamente. Es un paisaje encantador, lleno de
                  bellezas de todos los tipos imaginables, y las personas son vale
                  rosas, fuertes y sencillas; parecen tener muchas cualidades
                  hermosas. Son muy, muy supersticiosos. En la primera casa en
                  que nos detuvimos, cuando la mujer que nos sirvió vio la cicatriz
                  en mi frente, se persignó y puso dos dedos delante de mí, para
                  mantener alejado el mal de ojo. Creo que hasta se tomaron la
                  molestia de poner una cantidad adicional de ajo en nuestros
                  alimentos, y yo no puedo soportarlo. Desde entonces, he tenido
                  el cuidado de no quitarme el velo, y de esa forma he logrado
                  escapar a sus suspicacias. Estamos viajando a gran velocidad, y
                  puesto que no tenemos cochero que pueda contar chismes,
                  seguimos nuestro camino sin ningún escándalo; pero me atrevo
                  a decir que el miedo al mal de ojo nos seguirá constantemente
                  por todos lados. El profesor parece incansable; no quiso des
                  cansar en todo el día, a pesar de que me obligó a dormir un
                  buen rato. Al atardecer, me hipnotizó, y dice que contesté como
                  siempre: "Oscuridad, ruido de agua y roce de madera." De ma
                  nera que nuestro enemigo continúa en el río. Tengo miedo de
                  pensar en Jonathan, pero de alguna manera ya no siento miedo
                  por él ni por mí. Escribo esto mientras esperamos en una granja,
                  a que los caballos estén preparados. El doctor van Helsing está
                  durmiendo. ¡Pobre hombre! Parece estar muy cansado y haber
                  envejecido y encanecido. Pero su boca tiene la firmeza de un
                  conquistador. Aun en sueños, tiene el instinto de la resolución.
                  Cuando hayamos emprendido el camino, deberé hacer que des
                  canse, mientras yo misma conduzco la calesa; le diré que tene
                  mos todavía varios días por delante, y que no debe debilitarse,



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