Page 431 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  cuando sea necesaria toda su fuerza... Todo está preparado.
                  Dentro de poco partiremos.
                         2 de noviembre, por la mañana. Tuve éxito y tomamos
                  turnos para conducir durante toda la noche; ahora ya es de día y
                  el tiempo está claro a pesar de que hace frío.
                         Hay una extraña pesadez en el aire…; digo pesadez
                  porque no encuentro una palabra mejor; quiero decir que nos
                  oprime a ambos. Hace mucho frío y sólo nuestras pieles calien
                  tes nos permiten sentirnos cómodos. Al amanecer, van Helsing
                  me hipnotizó, dice que contesté: "Oscuridad, roces de madera y
                  agua rugiente", de manera que el río está cambiando a medida
                  que ascienden. Mi gran deseo es que mi amado no corra ningún
                  peligro; no más de lo necesario, pero estamos en las manos de
                  Dios.
                         2 de noviembre, por la noche. Hemos estado viajando
                  todo el día. El campo se hace más salvaje a medida que avan
                  zamos y las grandes elevaciones de los Cárpatos, que en Veres
                  ti parecían estar tan alejadas de nosotros y tan bajas en el hori
                  zonte, parecen rodearnos y elevarse frente a nosotros. Ambos
                  parecemos estar de buen humor; creo que nos esforzamos en
                  animarnos uno al otro y, así, nos consolamos. El doctor van
                  Helsing dice que por la mañana llegaremos al Paso de l Borgo.
                  Las casas son ahora muy escasas, y el profesor dice que el
                  último caballo que obtuvimos tendrá que continuar con nosotros,
                  ya que es muy posible que no podamos volver a cambiarlo. Te
                  nemos dos, además de los otros dos que cambiamos, de mane
                  ra que ahora poseemos un buen tiro.
                         Los caballos son pacientes y buenos y no nos causan
                  ningún problema. No nos preocupamos de otros viajeros, de
                  manera que hasta yo puedo conducir. Llegaremos al paso de
                  día; no queremos llegar antes, de manera que vamos con calma
                  y ambos tomamos un largo descanso, por turnos. ¿Qué nos
                  traerá el día de mañana? Vamos hacia el lugar en donde mi
                  pobre esposo  sufrió tanto. Dios nos permita llegar con bien hasta
                  allí y que Él se digne cuidar a mi esposo y a los que nos son
                  queridos, que se encuentran en un peligro tan mortal. En cuanto
                  a mí, no soy digna de Él. ¡Ay! ¡No estoy limpia ante sus ojos, y
                  así permaneceré hasta que Él se digne permitirme estar ante su
                  presencia, como uno de los que no han provocado su ira!







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