Page 36 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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CAPÍTULO NUEVE
S
u amigo Alipio, su amigo Nebridio y su amigo
Romaniano siempre estuvieron en él. ¡Cómo se
amaban! ¡Con cuánto amor Agustín recuerda y habla
de estos hombres! Ellos, definitivamente, con la inquietud por
la verdad y en medio de la incertidumbre le ayudaron a
encontrar un poco de reposo. Sobre todo, cuando su mujer, la
mujer que él había escogido para estar a su lado, se marchó.
Esta fue otra de sus escenas dramáticas, tan dura como
aquella cuando murió su amigo en la flor de la juventud. Esta
mujer había compartido mucho tiempo a su lado. Ante su
apasionado temperamento, ella le daba estabilidad. Debo decir
que cuando ella lo dejó, había vencido muchas de sus malas
costumbres, aunque no sabía si podía resistir estar mucho
tiempo sin una mujer, e indiscutiblemente no pudo, sino hasta
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