Page 38 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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niño. Además, le rogaba que por ella no se preocupara, porque

                  Mónica le enseñó a rezar y eso bastaba para ser feliz.




                  ¡Qué bueno fue para Agustín tener aquellos amigos, en esos


                  momentos tan duros, de modo particular a Alipio! Procedían

                  del  mismo  pueblo;  definitivamente,  este  hombre  le  robó  el


                  corazón, antes de ser su amigo ya lo apreciaba; incluso, sintió

                  pesar cuando se enteró que este era fanático al circo. Quería

                  corregirlo, pero no podía, porque aún no tenía la confianza para


                  hacerlo. Un buen día, Alipio, se integró a las clases con el genio

                  de África del norte. Fue en esas clases donde Alipio corrigió su


                  mala  costumbre,  la  de  ir  al  circo  a  ver  los  espectáculos

                  sangrientos. Esto pasó sin que Agustín se diera cuenta.




                  Agustín  y  Alipio  eran  dos,  con  un  solo  corazón.  Agustín  lo


                  admiraba. Alipio era un hombre dulce, tierno y tenía una fuerza

                  de voluntad inquebrantable, si se proponía caminar descalzo


                  en  la  nieve,  lo  hacía  y  lo  soportaba;  fue  un  hombre  que  lo

                  edificó. Alipio respetaba a Agustín como a un hermano mayor,

                  siempre  lo  seguía  a  donde  fuera.  Estaba  dispuesto  a  viajar


                  desde Roma a Milán.












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