Page 101 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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me contaba historias de horror.


               Y después de este lavado de cerebro toqué la puerta, mi tío me recibió con una
               gran sonrisa, detrás de él ya estaba lista la escoba, el plumero y el traje de
               buzo…


               —Veamos… —Mi tío cerró los ojos—. Ya limpiaste el baño y la sala, para hacer
               esto habitable técnicamente solo te faltaría mi habitación y la cocina.


               —¡Pero son dos habitaciones! —aclaré escandalizado por el abuso—. Siempre
               he limpiado solo un cuarto.


               —Sí, cierto, pero ahora estás comprando el final del monstruo veracruzano y
               otro relato más.


               —¿Otro más? —salté—. ¡Nunca acordamos eso!


               Era el colmo, mi tío me estaba vendiendo un cuento extra sin pedirme mi
               consentimiento. ¡Eso ya era un descaro!


               —No es un relato cualquiera —puntualizó mi tío—. Es una de mis historias
               favoritas, es muy especial.


               —¿Y eso por qué? —pregunté con desconfianza.


               —Cuando la gente la oye se desmaya de la impresión.


               Sentí un piquete de curiosidad.

               —¿Tan terrorífica es?


               —Puedes averiguarlo. —Sonrió mi tío divertido.


               Yo no sabía qué responder, me había prometido a mí mismo no volver a comprar
               más historias.


               —Además te daré el reglamento del monstruo —agregó mi tío—, y gratis.


               —¿El qué?


               —Son las reglas que deben seguir todos los monstruos, es un documento
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