Page 121 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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—¿Ya construiste la casa? —pregunté con sospecha.


               Agustín Melitón sonrió triunfal y me pasó un álbum con espectaculares
               fotografías. ¡La casa existía!


               —Diseñé los espacios para albergar todo tipo de seres sobrenaturales —explicó
               —. Hay un salón con exquisitas antigüedades y cadenas para fantasmas; un
               calabozo con pantano para monstruos; un galerón para los zombis y hasta unas
               calderas por si encontramos demonios. Te aseguro que no extrañarán nada,

               además podrán espantar libremente y a su antojo. Les pagaré bien, tú sabes que
               ningún fantasma desprecia el dinero, casi todos se dedican a cuidar tesoros.

               Entusiasmado, Agustín Melitón explicó además que su monumental casona de

               sustos contaba con un complicado sistema de vías electrificadas para los
               tradicionales carritos. Habría varias rutas de acuerdo con el grado de susto que se
               deseara experimentar: el paseo ligero incluiría visita al comedor de fantasmas y a
               la galería de los espectros, el paseo para los valientes contaría con visitas a las
               calderas de los demonios y a una reunión con los zombis. Por motivos de
               seguridad no se dejaría entrar a personas con problemas mentales o cardíacos y
               evidentemente los menores de edad acudirían acompañados por un adulto.


               —Me parece muy bien, un gran trabajo —reconocí—; pero sigo sin entender
               algo… ¿Qué quieres que yo haga?


               —¡Tú eres la clave del proyecto! —gritó Agustín, entusiasmado—. ¡Tendrás el
               puesto principal!, tienes el encargo de reunir a los huéspedes de mi casa.


               —Yo no puedo hacer eso —me reí.


               —No seas modesto, Chema, solo tú sabes dónde están los seres que necesito.
               Conoces sus escondrijos, toda tu vida te has dedicado a investigar sobre ellos. Si
               consigues reunirlos serás famoso, y tendrás el reconocimiento que mereces.


               El plan era desquiciado, la mayor locura del espectáculo, un auténtico
               disparate… pero por otro lado, era un reto, algo que podía interesarme luego de
               tantos años de tristezas.


               —Dime que aceptas —suplicó Agustín—. ¡Por favor! Chema, sin ti estoy
               perdido, podría terminar con todos mis ahorros, mi reputación, mi carrera… con
               esto los dos nos cubriremos de fama y gloria.
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