Page 126 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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UNA ESCENA CLÁSICA
—¿ESO ERA cierto? —le pregunté nervioso al tío Chema—. Era una broma,
¿verdad?
—No, por desgracia no… —sonrió mi tío con un dejo de tristeza.
—Pero tú no eres un fantasma —dije con una extraña voz chillona—. Si fueras
un espectro yo no te podría ver así de claro como te estoy viendo ahora.
—Soy un fantasma muy joven —aclaró mi tío—. Tengo todo en mi lugar, los
fantasmas viejos son los que están todos paliduchos. Mira, toca, ectoplasma
fresquito, de primera calidad.
—Tío, por favor, me estás asustando. —Retrocedí unos pasos.
—Tito, tampoco es para que te pongas así —me tranquilizó mi tío—. Además yo
pensé que ya lo habías notado, era muy evidente, vamos, algo muy típico en los
cuentos de terror. Al final resulta que has estado hablando con un fantasma.
A pesar de que estuviera viviendo una situación clásica de los cuentos de horror,
no pude evitar que el corazón me retumbara mientras que mi mente se negaba a
aceptar lo que estaba oyendo.
Entonces me di cuenta de que jamás había visto a mi tío comer nada de lo que le
llevé; tampoco aceptó la ropa, es más, nadie había ido a su casa excepto yo, y en
todas esas semanas no lo había tocado, ni con la punta de un dedo. Además
cuando llegué estaba mudo. ¿Era parte del trauma de la muerte? ¿En verdad el
tío Chema era un espectro con todas las de la ley?
—Te advertí que esta historia asusta a mucha gente —dijo mi tío divertido—. De
eso se trata… de hacer sentir miedo a los demás.
Y vaya que lo había conseguido, aún me recorría las manos un hormigueo
helado, me daba vueltas la cabeza, mi corazón seguía tocando al ritmo de un
rock and roll.