Page 46 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
P. 46

ambulante, como muchas que cruzaban el país. Las más comunes eran de ropa y

               víveres, pero también había de afeites, medicamentos, hasta ungüentos que lo
               mismo servían para rizar el cabello que para quitar verrugas; aunque en esta
               ocasión anunciaban un producto tan extraño, que parecía tomadura de pelo: era
               una tienda de fantasmas.


               Nadie en Rincón de Garnica había escuchado hablar de algo semejante, pero
               estaban tan alejados del resto de la civilización que tampoco supieron de la
               locomotora ni de la electricidad, se enteraron hasta mucho después, cuando los
               descubrimientos ya habían pasado de moda. Así que los habitantes decidieron
               adoptar la actitud de costumbre, es decir, fingir naturalidad para no quedar como
               ignorantes pueblerinos.


               —Vean nada más, ¡qué diseño, qué calidad! —repetía el vendedor mostrando a
               la mujer espectral como quien enseña un sarape de Saltillo—. Son la última
               moda en la capital, donde han sido un éxito rotundo, incluso nuestro general
               Díaz tiene el suyo. No pierda la oportunidad de tener su fantasma espectromex a
               la medida.


               El vendedor tenía una lengua ágil como listón que se agita al viento, y en menos
               de dos minutos habló sobre los avances en la industria textil, ahora se podía
               elaborar desde seda sintética hasta chambritas para bebé, y gracias a los nuevos
               telares se hizo el mayor descubrimiento desde la falda plisada: fantasmas sobre
               diseño.


               Dicho descubrimiento ocurrió en una fábrica de Pátzcuaro, Michoacán, llamada
               Spectra S. A., y para muestra, estaba la mujer fantasmal que ya todos conocían.


               —Seguro se asustaron —dijo el vendedor divertido—. Siempre sucede y es que
               se ven tan naturales que yo mismo me confundo.


               —¿Entonces no es un fantasma de verdad? — se animó a preguntar don Toribio,
               el carnicero, que al igual que a todos, le costaba trabajo entender el embrollo.


               —Dios nos libre, ¡claro que no caballero! —aseguró el vendedor, aprovechando
               para presentarse como don Carmelo Illescas y Frías, seguro y más fiel servidor
               —. Todos los espectromex que les ofrezco son de plasmina, una novísima fibra
               sintética, y para su comodidad están programados y envasados.


               Entonces mostró unos guajes multicolores, donde al frente se veía un retrato
   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51