Page 47 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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pintado a mano. Cada rostro era diferente: por aquí un niño chimuelo, más acá
una señora copetona, del otro lado un joven pecoso, una chica de gesto dulce, un
viejito gruñón, una dama gorda… Había muchísimos.
—Un gran avance desde que se inventó el espiritismo con telegramas —aseguró
don Carmelo Illescas—; pero ahora no tendrán que asistir a engorrosas sesiones
con la médium para ver una nubecilla insípida. Ahora podrán llevarse a casa, de
manera instantánea su propio fantasma personalizado, es fácil, seguro y no
contiene tóxicos.
Acto seguido, don Carmelo Illescas y Frías distribuyó un catálogo de fantasmas
de plasmina, estaban dibujados de manera primorosa. En el muestrario había
todos los modelos espectromex a elegir y sus funciones. Por ejemplo, los hijos
únicos ya no estarían solos ni aburridos pues podían comprar el modelo Fito
Feliz, un hermanito instantáneo que según la descripción resultaba “un
fantasmita encantador, de gran resistencia y durabilidad, ideal para niños que les
gusta la vida activa”. Para las niñas estaba la versión Cuca Contenta: “una
modosa fantasmita experta en muñecas y en servir el té”. Por su parte a los
viejos les recomendaban un espectromex llamado Paco Paciente, que según el
catálogo aseguraba ser “un dechado de entereza y comprensión”, así los abuelos
tendrían a alguien que les hiciera compañía y escuchara sus largas y aburridas
historias sin rechistar. Además, si una familia salía de viaje, siempre podía
contar con un espectromex llamado Federico Fiero para que cuidara la casa
aterrorizando a los intrusos, pues contaba con “un infalible repertorio de caras
pavorosas y bramidos espeluznantes”.
Había modelos fantasmales que podían ser usados simplemente como
decoración, tales como los espectromex Bertino Bello y Delia Dulce que además
contaban con dotes musicales y podían tocar la pianola “brindando a usted y a su
familia un sano y cultural entretenimiento”. El catálogo tenía al menos un
centenar de modelos fantasmales y según la publicidad todos ellos
proporcionaban “una vida más entretenida, práctica y con los infinitos beneficios
de la tecnología moderna”.
—Deben costar una fortuna —suspiró la viuda Valderrama con tristeza.
—¡Para nada! —Volvió a sonreír don Carmelo—. Mis precios son bajísimos y he
decidido dar un descuento especial a Rincón de Garnica porque me enteré que
ustedes son el pueblo más trabajador y honesto de la zona.