Page 160 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—Pues a mí no me importa si es muy mayor o no. Quiero que se disculpe.
—¡Vámonos ya! —gritó el topo.
—¡No!
Con todo y mi tristeza por el tema de la familia, verlos resultaba gracioso.
—No necesito nada de ti ni de nadie. ¡Sólo quiero mi flor! —reclamé para
terminar con tan extraño encuentro. En aquel instante lamenté que ese segundo
contacto resultara tan poco especial. A pesar de lo malo, la visita de la bruja
había resultado más interesante.
—Dime tu nombre por lo menos, para poder decir a todo el mundo quién eres y
lo poco atenta que fuiste con nosotros. No sé si lo sepas, pero ya hubo alguien,
un gigante, que se ganó un cuento por ser egoísta y no querer compartir su jardín
con nadie más, así que la actitud que tomas para saltar a la fama es poco original.
—¡¿Y quién dice que yo quiero fama?! —manifesté amenazante.
El topo, quien parecía estar al borde de un infarto, soltó a su amigo y se
escabulló por el hoyo que había en la tierra. Cuando el enano lo notó comenzó a
gritar:
—¡Ey, Yup!, ¿a dónde vas?
—Por mi casa dicen que más vale aquí corrió que aquí murió —respondió el
topo desde el agujero. Fue lo último que dijo.
El enano trató de introducirse por el mismo orificio, pero a causa de los nervios
metió muy rápido la cabeza y se le atoró. Se quedó con la cabeza metida en la
tierra y las pompas apuntando al cielo, como avestruz. Entonces, aproveché
para posarme, con sumo cuidado, a su lado, pues no podía verme. Exhalé algo
de aire caliente cerca de él y le dije:
—Dame una razón para no llevarte ante la Bruja Oscura.
—Porque aún no tengo historia propia.
—No muchos la tienen.