Page 46 - Hasta el viento puede cambiar de piel
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idea de que en algún punto del viaje de regreso a la ciudad, las mujeres

               desaparecían, pero explicó—: El color de Ivón cambia cuando una mujer
               desaparece, ¿tú crees?

               Yo tuve que intervenir, no quería que eso fuera lo que se tomara en cuenta, sino

               lo que habíamos encontrado Laura y yo después de pensar mucho.

               —Señora, nos dimos cuenta de que todas las mujeres desaparecieron en el
               camino de la ciudad al pueblo.


               —Pero, ¿qué dicen?


               —Sí, mamá. Todas las desaparecidas fueron a la ciudad. Por eso te decía que es
               muy, muy, muy importante que ninguna de ustedes vaya porque les puede pasar
               lo mismo.


               La señora Katya opinó:


               —La única que desapareció en el camino de regreso fue Lulú. De las
               muchachas, nadie sabe nada, y Frida y Pilar nunca salían de su casa.


               Entonces le contamos sobre lo que habíamos averiguado de Ena y Nati con su
               hermano, de lo que nos contó Pilar de la señora Frida y de lo que sólo nosotras
               sabíamos: que Pilar había ido a la ciudad a reparar sus anteojos. Entonces con su
               voz dulce, esa que usaba con su hija para evitar que le pidiera dulces y
               chocolates, nos calmó:


               —Todo está muy bien, niñas —entonces hice como que me acomodaba el
               cabello y me cubrí los oídos para evitar que me convenciera con su voz—, pero
               creo que será mejor que no se preocupen por esto. Yo me encargaré de que la
               policía traiga a sus mejores detectives. Usaré mi voz más convincente y
               cantarina.


               Tania y yo nos quedamos sin saber qué hacer. La verdad es que la voz de la
               señora Katya sí podía cambiar tu opinión, por eso preferí alejar a Tania de ahí
               tomándola del brazo.


               —Tal vez mamá tenga razón. Hay que esperar a la policía —dijo mi amiga.


               Por suerte el poder de la voz de la señora no me había afectado, así que me
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