Page 110 - El sol de los venados
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–¿Tú piensas mucho en tu papá? –le pregunté un día en que estábamos sentados
en la acera de mi casa.
–Sí, Jana, mucho. A veces abro despacito la puerta de su “oficina” para ver si lo
veo –me dijo tristemente.
–A mí me gustaría que mamá se me apareciera –dije a punto de llorar.
–Los muertos no se aparecen, Jana.
–¿Por qué no?
–Pues porque están muertos.
–Pero el alma no está muerta.
–No sé, Jana...
–Mamá no está muerta del todo. Yo sé que está en algún lado. ¡Yo lo sé!
Ismael no dijo nada.