Page 31 - El sol de los venados
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El sol se perdió a lo lejos y la noche fue llegando despacio, como de puntillas.
–Ismael, ¿tú conoces a un escritor de verdad? ¿Uno que esté vivo? –le pregunté.
–No, ¿por qué?
–Porque yo jamás he visto uno, y a veces creo que no hay ninguno vivo.
–Sí, sí hay, claro que hay montones, aunque mi papá dice que los mejores están
muertos.
–¡Ah, qué lástima…! –dije con desilusión.
–Aquí, en nuestro pueblo, hay uno –dijo Ismael.
Lo miré con los ojos muy abiertos.
–¿Uno de verdad, verdad?
–Sí, es un poeta.