Page 34 - El sol de los venados
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Al salir de la escuela, Tatá me cogió de la mano sin decir una palabra. Apenas
llegué a casa, me tiré en los brazos de mamá llorando sin consuelo.
–No quiero volver a esa escuela, mamá. Búscame otra en la que no me
maltraten.
Mamá me abrazó muy fuerte y miró a Tatá.
–¿Qué ha pasado esa vez? –le preguntó.
–Las matemáticas –contestó Tatá tristemente.
Por la noche mamá le contó todo a papá y le dijo que no le parecía normal que
me trataran así. Alcancé a oír la respuesta de papá:
–Qué le vamos a hacer. Los maestros saben lo que hacen.
Mamá guardó silencio. Yo sabía que ella no estaba de acuerdo, pero era papá
quien decidía.
Me dormí llorando.
Al día siguiente, le conté a Ismael lo que me había pasado en la escuela y le