Page 38 - El sol de los venados
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todas partes.
“Adiós, encerado –pensé–. Mañana el suelo va a estar horrible.”
No me gusta ser pobre, no me gusta ese suelo lavado de las casas de los pobres.
Quisiera una casa de suelo brillante, una casa como la de don Samuel, y que
mamá y la abuela no tuvieran tantas cosas que hacer y que papá tuviera muchos
pacientes. Lo que quisiera es que todo el pueblo tuviera dolor de muelas para
que fuera a ver a papá. Así tendría mucho dinero y podría pagar sus deudas y
comprarnos una bicicleta. ¡Ah! Y comprar mucha cera para el piso de nuestra
casa. Claro que primero tendría que arreglar el tejado para que no hubiera tantas
goteras.