Page 49 - El sol de los venados
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Un rato después, Ismael y yo salimos de casa de don Samuel con nuestros libros
               debajo del brazo, y no sé por qué me sentí importante, no como cuando estoy en
               la escuela, donde casi ni hablo, pues le tengo miedo a las profesoras o a las niñas

               que se burlan de mí porque no tengo una cadena de oro o porque mis lápices de
               colores no son finos. Con Tatá no se meten porque es la mejor alumna y porque
               Tatá no tiene miedo de hablar.
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