Page 68 - La venganza de la mano amarilla y otras historias pesadillescas
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En ese instante Memo hizo otro hallazgo. Entre la hierba localizó un trozo de

               madera redondeada que le resultaba conocida: era parte de la varita mágica del
               mago.

               Pepe no se dio cuenta de esto y Memo prefirió no informarle para que no se

               burlara más de él. Tomó el trozo de madera y lo deslizó dentro del bolsillo de su
               pantalón.

               Abandonaron el sitio mientras Memo trataba de darle forma al sombrero. Cada

               uno se marchó a su casa.





               Sorpresas


               Memo volvió demasiado temprano. Se preparó un sándwich de jamón y,
               aprovechando que no estaba su mamá, bebió refresco de soda hasta empanzarse.
               Luego se puso el sombrero y con el pedazo de varita empezó a apuntar a
               diferentes cosas, a la vez que ordenaba con gesto soberbio:


               —¡Micifuz, gato meón, conviértete en un león!


               El gato, al ver que Memo lo quería tocar con el pedazo de vara, lanzó un
               maullido y saltó por la ventana hacia la calle.


               Vio en la pared una cachora besucona y dirigió la vara a ella diciendo:


               —¡Canijo cachorón / conviértete en un dragón!


               El pequeño reptil le tiró un besito y se escurrió en un agujero.


               Fue hacia la alacena y tomó una bolsa repleta de corcholatas de soda. Las echó
               sobre la mesa e intentó otro conjuro:

               —¡Bola de corcholatas / quiero que se conviertan / en monedas de plata!


               Las corcholatas ni se inmutaron. Se quitó el sombrero y lo arrojó a la mesa junto
               a la vara rota.


               —¡Cochinadas! —exclamó, y se fue a su habitación.
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