Page 71 - La venganza de la mano amarilla y otras historias pesadillescas
P. 71
la ventana cada mañana durante años.
Se aburrieron después de un buen rato. Antes de irse, Pepe le dio un consejo a
Memo:
—¡Tira ese sombrero! Si el mago sabe que lo tienes va a regresar para vengarse.
—¡Yo no le he quitado nada, solo lo encontré en el basurero! —contestó Memo
asustado.
—Pues te lo digo por tu bien, deshazte de él antes de que te haga algún daño.
¡Adiós!
Memo ya no jugó más con el sombrero. Lo escondió en una vieja maleta donde
su mamá guardaba los pocos recuerdos de su marido.
Un deseo en la noche lluviosa
Memo siempre pensó que cuando fuera grande sería mago, pero un mago de
verdad. Sin embargo, eso fue en el pasado; ahora no tenía ganas de ser mago, ni
brujo, ni nada.
Tenía miedo, mucho miedo por las palabras que Pepe le había dicho esa tarde.
Ya eran las once de la noche y llovía intensamente. Afuera la oscuridad era peor
que la de su cuarto. No podía dormirse. Por más que cerraba y apretaba los ojos,
el sueño no aparecía. Además, aquellos ruidos traídos por la tormenta lo tenían
realmente inquieto.
Por el cristal de su ventana, a través del agua que hacía borrosa la superficie,
alcanzó a distinguir una enorme sombra que se asomaba a su habitación. Una ola
de escalofrío subió por su piel. Con un movimiento rápido se cubrió con la
cobija hasta el cuello.
Apenas si sacaba los ojos para vigilar los movimientos de la sombra. Su mamá
dormía en el otro cuarto y seguro que no se daba cuenta de lo que ocurría.
Estaba indefenso frente a ese ser que acechaba desde la ventana. Memo