Page 78 - Sentido contrario en la selva
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Unas horas más tarde, cuando el sol estaba tan fuerte que hasta los insectos se

               desmayaban, llegó la expedición de Yaxchilán. Llegaron silenciosos, acalorados
               y polvosos. Don Tomás tenía la cara muy roja y se veía cansado, Claudia tenía
               un pañuelo amarrado en la cabeza y la camisa mojada de sudor. Nos miramos. Y
               ella sonrió. Escuché algo parecido a una nota sostenida y aguda que vibrara en el
               aire y sonara sólo para mí —vibrato, diría mi abuela—. Todos querían saber qué
               había ocurrido en Yaxchilán, preguntaban al mismo tiempo, mientras les
               acercaban sillas y agua. Don Tomás de Pablos nos anunció el principio de una
               nueva excavación en esa zona arqueológica. Su olfato había encontrado otras
               ruinas, un edificio pequeño probablemente, o una casa habitación, una
               construcción más, que completara lo que queda de esa hermosa ciudad en ruinas.


               —Don Tomás, celebremos el tesoro que usted encontró —dijo Ricardo
               acercándole algo de beber.


               —Me siento honrada por haber escuchado de primera mano acerca de su
               descubrimiento —comentó Sita visiblemente emocionada.


               —Por el momento son ustedes los únicos en saberlo. Ya habrá tiempo después
               para anunciarlo a las autoridades de Antropología e Historia… —suspiró don
               Tomás de Pablos — ya habrá tiempo para que se arrebaten unas y otras oficinas
               los derechos para la excavación y la gloria de sacar a la luz esa construcción.


               —Papá —dijo Claudia— no te aflijas, de todas maneras nosotros ya vimos, ya
               sabemos y hay cosas que no se pueden arrebatar. Las cosas que pertenecen a la
               selva no se pueden arrebatar.


               Pedro se levantó silenciosamente. Me pareció que trataba de escabullirse.


               —Pedro —llamó Ricardo— ¿cuándo vas a Comitán?, para encargarte algunas
               cosas. Quisiéramos celebrar como se debe el descubrimiento de don Tomás, y
               nuestro encuentro con el jaguar.


               —… —dudó Pedro—. Puedo ir luego, al rato, después…


               —¡¿Encontraron al jaguar?! —exclamó sorprendida Claudia.


               —Sí —contesté yo, siempre tan elocuente.

               —Dile cómo le pusimos, Nicolás —sonrió Ricardo.
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