Page 75 - Sentido contrario en la selva
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hacerlo.
No sé por qué ese malestar por confiarle alguna preocupación, precisamente a la
mamá. Como si al hacerlo nos sintiéramos más pequeños, como si eso nos
debilitara, como si fuera ridículo, como si nos convirtiera en chismosos…
Cuando en realidad… no sabía qué hacer con lo que había visto. Ricardo se
había incorporado y se asomó hacia el exterior de la palapa. Ya había oscurecido
por completo.
—¿Pasó algo, Nicolás? —preguntó con seriedad.
Negué con la cabeza, pero el resto de mi cuerpo debe haber dicho que sí, porque
Ricardo y Sita se miraron.
Me fui a dormir repasando lo que había visto. Si decía algo, Pedro se vería
seguramente en problemas. Pero, además, no estaba seguro de lo que había
pasado: parecía algo un poco (ni tan poco) sospechoso, pero sin saber bien a bien
por qué. Pedro había sido un amigo, me había hecho sentir muy bien, me había
paseado, había bromeado conmigo como si no fuera yo un… iba a decir… un
niño… pero quien ha sido besado por una Claudia ya no es un niño. ¿Entonces?
Mi pensamiento daba vueltas haciendo nudos y me quedé dormido sin haber
tomado ninguna decisión.