Page 46 - La desaparición de la abuela
P. 46

De pronto, ante él, decenas de personas, todas vestidas de blanco, se reunieron

               para entonar el final de la canción y luego una de esas personas, un hombre viejo
               y de escaso pelo canoso, inclinó la cabeza.

               Era como una señal, porque toda esa gente empezó a dispersarse para ir de tres

               en tres a trabajar en las diferentes parcelas.

               Desde su escondite, Rodrigo observó que había hombres y mujeres jóvenes; que
               también los había de edad madura y ancianos, y que todos ellos tenían en sus

               rostros una sonrisa como de beatitud, como si fueran inmensamente felices. No
               obstante, no dejaba de sentir que había algo engañoso en todo ello.

               Al muchacho se le encogió el corazón cuando dos hombres jóvenes y una mujer

               de mediana edad se dirigieron hacia la parcela en la que él se encontraba para
               trabajar en ella. Llevaban en sus manos herramientas para aflojar la tierra y
               bolsas para guardar la mala hierba.


               Rodrigo cerró los ojos cuando el pie de la mujer se tropezó con su cuerpo.
               Esperaba un grito pero, en lugar de eso, ella se agachó a acariciarle el pelo y a
               decirle suavemente:


               —Hola. ¡Qué bueno que ya llegaste!

               Rodrigo abrió los ojos de golpe y se incorporó rápidamente lleno de asombro;
               antes de que se diera cuenta de nada, la mujer lo abrazó y lo abrumó a besos.


               —¡Bienvenido! —le repitió varias veces—. ¡Bienvenido!


               Por instinto, el chico dio unos pasos hacia atrás. No entendía nada y la actitud de
               esa mujer como enloquecida no le gustaba. Sin inmutarse ante su rechazo, llamó
               a sus compañeros:


               —¡Luis...! ¡Felipe...! ¡Ha llegado un alma nueva...!


               Los hombres corrieron hacia ellos y con el mismo extraño regocijo que mostró la
               mujer, los hombres lo abrazaron con gran entusiasmo y le dieron la bienvenida.


               Rodrigo sintió que la respiración se le cortaba. Estaba asustadísimo. ¿¡Cómo que
               un alma nueva!?
   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51