Page 49 - La desaparición de la abuela
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poco más! ¡Los niños de la calle tienen grupos que se ayudan unos a otros! ¡Y

               estoy seguro de que por Rodrigo harían cualquier cosa!

               Carlos y Maribel contemplaron desolados a su hijo. Pensaban que el hecho de
               que formaran un equipo de futbol con los niños de la calle no era suficiente

               motivo como para que ayudaran a Rodrigo.

               Mariana, sin embargo, opinó todo lo contrario:


               —¡Claro! ¡Esteban tiene razón!


               Carlos no quería desilusionar ni a su cuñada ni a Esteban y, aunque no creía que
               ello sirviera de nada, asintió:


               —Si crees que pueden hacer algo, vamos a buscarlos...


               —¡Verás que sí...! —exclamó Esteban al levantarse de la mesa y correr a
               arreglarse—. ¡Me visto y nos vamos!






               Rodrigo sentía que el corazón se le escapaba y que no podía respirar bien.
               Contempló con angustia a esos tres estrafalarios personajes vestidos de blanco
               que lo miraban con amor desmedido y que le aseguraban que estaba en el
               Paraíso.


               —Pe... perdonen... ¿me pueden repetir eso...? —preguntó con el pecho oprimido.


               —Ya te dijimos —insistió la mujer emocionada—. ¡Estás en el Paraíso con
               nosotros y con muchos otros que te darán la bienvenida esta tarde con una
               fiestecita!





               Rodrigo enmudeció de asombro... ¿una fiestecita...? ¡¿De qué estaban

               hablando...?!

               Felipe y Luis, quienes no habían borrado de sus rostros las sonrisas beatíficas,
               afirmaron con movimientos de cabeza, y Luis explicó:
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