Page 63 - Puerto Libre. Historias de migrantes
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Fantas y camisa a cuadros






               MUCHO tiempo después Mi Hermana y yo nos reiríamos hasta que nos doliera

               la panza al recordar el asunto de las Fantas. ¿De dónde podía haber sacado mi
               papá que nada más verlo nos iba a entrar una sed tremenda? Y lo que es peor,
               ¿por qué se le habría ocurrido que unas Fantas recalentadas de tanto estar en sus
               manos podrían habernos quitado aquella supuesta sed?


               En las películas los hombres llevan flores a las mujeres que aman y que no han
               visto en más de un año. Mi papá llevaba un six de refrescos calientes y una
               camisa a cuadros.


               Ese es uno de los mejores recuerdos que tengo. Uno de los pocos a los que
               siempre acudo cuando la tristeza me entra en el cuerpo.


               Y después todo fue como siempre.

               —¡Por tu culpa me llevaron a la cárcel, mal hombre! —le reclamaba mi Yaya.


               —Ahí tenían que haberla dejado, suegra. Ah, y no era la cárcel sino una oficina
               muy bien acondicionada, ya me contó su hija.


               —¿Y esa camisa? —cuestionaba mi mamá.


               —Me la compré ayer. ¿Te gusta?


               —¿Aquí venden chicles de esos que vienen en una tripita de plástico? —por
               supuesto, Mi Hermana era la creadora de tan original y poco trascendente
               pregunta.


               —No sé, pero yo he visto a unas gringuitas que hacen las bombas más grandes
               que tú.


               —¿Nos extrañaste, pa? —quise saber


               —Tanto, tanto que me puse a construirles una casa yo solito. Es de madera.
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