Page 64 - Puerto Libre. Historias de migrantes
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—Yo le dije a su esposo que mejor se quedaran en la casa. A la Güerita (Becky)
y a mí nos gusta tener a la familia cerca y mis chamacos ya no saben qué hacer
para que su marido no se vaya cuando va a visitarnos. Lo quieren mucho. Todos
lo queremos mucho —don Juan se disculpó, sin tener idea de la gran ilusión que
nos hizo saber que, aunque malhecha, teníamos una casa para nosotras nada más
llegando.
Era de madera y estaba ahí donde daba vuelta el aire. Aún no tenía calefacción.
Parecía un chorizo largo largo. Tenía dos entradas a una distancia de dos metros
la una de la otra. Los vecinos más cercanos nos quedaban como a quince
minutos en bicicleta. Estaba equipada con dos escusados y un solo baño.
Era de madera y era nuestra.