Page 65 - La niña del vestido antiguo y otras historias pavorosas
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remedio.


               —De aquí nadie sale.


               El viejo, en tono suplicante, articuló una frase.


               —Es que mi mujer me está esperando. ¡Ya es tarde!


               El macabro sujeto, cuyo rostro también se descarnaba, se arrancó un trozo de
               nariz, y externó con aire condescendiente:


               —Siempre es lo mismo contigo: nadie te espera. Tu mujer y todos los tuyos
               están muertos desde hace muchos años. ¡Mira tu nombre en esa lápida! Ni la
               muerte pudo arreglarte la memoria.
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