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GUIA INTRODUCTORIA
Trabajar para la inclusión exige un esfuerzo sostenido y una evaluación permanente que
permita a todos/as los participantes conocer qué está sucediendo y qué consecuencias está
teniendo el plan educativo en desarrollo, no sólo en relación con los objetivos inicialmente
previstos sino también en las actitudes y las valoraciones de aquellos que lo están llevando
a la práctica. La evaluación atenta y permanente de los equipos directivos permitirá hacer
los ajustes necesarios en forma oportuna, cambiar las estrategias elegidas o buscar las
ayudas externas que se requieran.
¿Qué se debe evaluar?
La detección de las fortalezas y debilidades que enfrenta la institución escolar para dar
respuestas de calidad a la diversidad y a las NEE, es fundamental.
Los aspectos más relevantes que normalmente se incluyen en la evaluación de un centro
educativo son los siguientes:
Sistema de participación y de toma de decisiones.
Papel del equipo directivo y de los profesores.
Diseño e implementación curricular.
Resultados de los aprendizajes de los alumnos.
Atención a la diversidad y a las NEE
Métodos de enseñanza y de evaluación.
Expectativas sobre el aprendizaje de los alumnos/as.
Relaciones con los padres y familias.
Relaciones con la comunidad
La evaluación puede considerar algunos de estos procesos, no necesariamente todos ellos.
Sin embargo, es importante no olvidar las interrelaciones de la mayoría de estos aspectos.
Por ejemplo, el desarrollo del currículo no puede analizarse de forma separada de la atención
de la diversidad de alumnos/as, de los métodos de enseñanza que se utilizan y de los
sistemas de evaluación que se emplean con los propios alumnos.
Todo proceso educativo al final de un año escolar debe orientarse principalmente a conocer
qué resultados se han obtenido en relación con los objetivos propuestos, cuáles han sido
las causas del mayor o menor éxito y qué efectos ha producido en la cultura de la escuela.
Se trata de reflexionar sobre qué ha funcionado bien y qué ha funcionado mal en relación
con las prioridades establecidas, las estrategias elegidas, las soluciones planteadas ante
los problemas y las respuestas organizativas formuladas.
Es aconsejable que esta etapa sea participativa y sus conclusiones recojan de forma
equilibrada las opiniones, a veces discrepantes, de los que han contribuido al desarrollo
del plan.
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