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Deporte adaptado y Discapacidad. Tema 4 – Orientaciones metodológicas


                         Los deportistas con espina bífida, es decir, que presentan un defecto congénito en la
                  columna vertebral, que hace que el canal vertebral no cierre adecuadamente, presentan, en
                  general,  una  acusada  inestabilidad  de  la  cadera.  Además,  se  pueden  observar  problemas
                  funcionales que inciden en una menor capacidad de resistencia, de fuerza, de equilibración,
                  etc.

                         En el ámbito de las anomalías adquiridas, es decir, aquellas que se producen después
                  del  nacimiento  y  guardan  relación  con  factores  externos,  nos  encontramos  deportistas  con
                  amputaciones, ya sea a causa de algún tipo de separación traumática (accidentes, cirugía, etc.)
                  o espontánea de algún miembro, segmento o parte saliente del cuerpo. También, se puede
                  observar algún caso de poliomielitis, que es una enfermedad infecciosa aguda, producida por
                  un polivirus que afecta al sistema nervioso, a la sustancia gris del asta anterior de la médula y
                  que  produce  parálisis  fláccidas,  mayor  en  las  extremidades  inferiores  y  en  los  músculos
                  proximales.

                         En el caso de la parálisis cerebral, nos vamos a encontrar deportistas con trastornos
                  encefálicos no progresivos que se han producido antes, durante o después del parto, y en los
                  que  predomina  una  afectación  motora.  Esta  lesión  conlleva  trastornos  de  la  postura  y  el
                  movimiento.

                  Desde el punto de vista fisiopatológico, se apuntan varios tipos de lesión:
                         •  Formas  espásticas  (lesión  en  la  vía  piramidal);  el  tono  está  aumentado  con  una
                         hiperexcitabilidad  del  múculo  al  menor  movimiento;  las  complicaciones  graves  se
                         presentan  en  forma  de  contracturas,  deformidades  del  esqueleto  y  la  luxación
                         secundaria de la cadera.
                         •  Formas  atáxicas.  Se  caracterizan  por  temblor  intencional  e  incoordinación  de  la
                         marcha, en la que el alumno es incapaz de caminar siguiendo una línea recta trazada
                         en el suelo.
                         •  Formas  atetósicas.  Se  caracterizan  por  una  fluctuación  del  tono  y  por  unos
                         movimientos lentos, incoordinados y rectiformes, sobre todo de las manos.
                         • Formas flácidas, caracterizadas por un tono disminuido; el típico niño «polichinela»,
                         incapaz de mantener una postura, desmoronándose con gran facilidad.

                  Los trastornos derivados de una parálisis cerebral, llevan asociados problemas tales como:
                                • trastornos auditivos, por lesión del VII par, defecto del laberinto o sordera de
                                transmisión (20%);
                                •  trastornos  sensitivos,  sobre  todo  en  diplejias  y  hemiplejias  espásticas,  al
                                disminuir las sensaciones de los miembros afectados;
                                •  trastornos  perceptivos,  por  la  dificultad  de  reconocer  las  formas  visuales
                                (alexia  para  la  lectura,  agrafia  para  la  escritura,  acalculia  para  los  números,
                                etc.) Esto se debe a la falta de coordinación entre la visión y la prehensión, lo
                                que produce dificultades en la incorporación de los esquemas de lateralidad,
                                direccionalidad, expacio exterior y esquema corporal
                                • trastornos de personalidad, debido, sobre todo, a problemas de inadaptación
                                emocional, miedos, inmadurez, desmotivación, complejo de inferioridad, etc.;
                                • trastornos del lenguaje (73% de los casos), con más frecuencia en las formas
                                atetósicas, por afectación de la musculatura laríngea, torácica, diafragmática y
                                abdominal.
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