Page 66 - El arte japonés de la guerra : entendiendo la sabiduría de la estrategia
P. 66
62 EL ARTE JAPONÉS DE LA GUERRA
Muy pocos profesionales del zen encontraron alguna
vez su vía de acceso a este viejo, actualmente uno de los
grandes maestros japoneses, y heredero directo de un anti-
guo linaje zen. A veces, no obstante, algunos guerreros
acostumbraban a consultarle sobre la clarificación de la
mente. Un día, uno de estos grupos estaba practicando la
concentración zen poniendo cercos a la vista del maestro.
Durante una pausa, uno de los guerreros le preguntó qué
era un eremita, ya que: «En lo que se refiere a los princi-
pios, tu comprensión es superior a la nuestra, pero en cuan-
to llegamos a la práctica, nosotros somos superiores a ti.»
Aprovechando la oportunidad de dar una enseñanza, el
viejo maestro zen desafió a los samuráis a atacarle.
El guerrero que había alardeado de su capacidad pasó al
viejo una espada de madera, pero el maestro zen la recha-
zÓ, diciendo que como monje budista no empuñaría nin-
gún arma, y ni siquiera una imitación. En su lugar, dijo que
emplearía su abanico, que tenía varillas metálicas y bastaría
para su defensa. «Intenta golpearme», repitió apremiando a
los samuráis a que le atacasen.
Los guerreros no podían rechazar el desafio. Tomando
sus espadas de práctica, atacaron al viejo desde todos los
ángulos. Su asombro crecía y su resistencia iba menguando
a medida que veían cómo el viejo hacía una demostración
de virtuosismo del arte especial de oponerse a una espada
larga con una daga. Todos y cada uno de los ataques de los
guerreros eran hábilmente esquivados por el abanico del
maestro zen, que parecía volar al encuentro de las espadas
como un hierro atraído por un imán.
Finalmente exhaustos, los guerreros tuvieron que con-
ceder que el viejo era totalmente capaz de convertir a