Page 161 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 161

BATALLA  DE  ISOS                     155
      ciada  y  olvidada  en  medio  de  la  barbarie  asiática,  convertíase  ahora  en  una  pre­
      rrogativa  y  un  orgullo.  Alejandro  dió  a  los  solios  una  constitución  democrática;
      pocas  semanas  después,  a  raíz  de la  decisiva  victoria  ganada  por  sus  armas,  cursó
      las  órdenes  necesarias  para  que  se  les  condonara  la  contribución  de  guerra  y  les
      fueran  devueltos  los  rehenes.
          De regreso en Tarso,  mandó  que la caballería,  al mando  de Filotas,  avanzase
      hacia  los  campos  de  Aleya,  bañados  por  el  río  Píramo,  mientras  él,  a  la  cabeza
      del resto del ejército,  seguía por la  costa,  pasando  por Magarsos,  hasta  Malos,  dos
      ciudades  en  que  se  conservaban  recuerdos  helénicos  que  servirían  de  punto  de
      apovo a las  tropas  expedicionarias.  En  Malos,  el  pueblo  habíase  levantado  contra
      sus  opresores  antes  ya  de  que  llegasen  los  macedonios;  esta  lucha  sangrienta
      librada entre la facción persa y el  partido  del pueblo  no  se  decidió  y aplacó  hasta
      la llegada de Alejandro; éste eximió a la  ciudad,  que (descendía de Argos lo  mismo
      que  la  casa  real  de  Macedonia,  del  tributo  que  venía  pagando  al  gran  rey,  le
      restituyó la libertad y celebró la memoria de su fundador, Anfílocos  de Argos,  con
      una  fiesta  heroica.

                                 BATALLA  P E   ISOS
          Estando en Malos, recibió Alejandro la  noticia  de  que el  rey  Darío  avanzaba
      con  un  enorme  ejército  desde  el  Eufrates  y  llevaba  ya  algún  tiempo  detenido  en
      la  ciudad  siria  de  Sojoi,  a  dos  días  de  marcha  de  los  desfiladeros.  Alejandro  con­
      vocó  inmediatamente  a  consejo  de  guerra;  todos  fueron  de  parecer  que  debían
      ponerse en marcha  sin demora,  cruzar los  desfiladeros  y atacar a  los  persas  donde
      los  encontrasen.  El  rey  ordenó  que  el  ejército  se  pusiera  en  camino  a  la  mañana
      siguiente.  La  dirección  era  la  ciudad  de  Isos,  bordeando  la  profunda  bahía  que
      allí  forma  el  mar.
          De  Isos  parten  dos  caminos  hacia  la  Siria;  uno  de  ellos,  más  penoso,  sale
      primero  hacia  el  norte  (hacia  Topra  Calesi)  y  luego  dobla  hacia  el  este,  por
      barrancos y desfiladeros,  cruzando los' montes  Amanos;  Alejandro  no  quiso  seguir
      esta ruta, para evitar que sus  soldados,  con los  cambios  de valles  y  montañas  y la
      intransitabilidad  de  la  comarca,  llegasen  doblemente  fatigados  frente  al  enemi­
      go;  además,  no  quería  alejarse  de  las  costas  de  aquel  golfo  hasta  que  estuviesen
       completamente  en  su  poder  y  bloqueadas  para  los  barcos  enemigos.  Dejando
      atrás a  los  enfermos,  que  iban  más  seguros  en la  retaguardia  del  ejército,  salió  de
       Isos  por el  camino  más  transitado y  que  los  griegos  conocían  bien  a  través  de  la
      descripción  de  Jenofonte:  este  camino  parte  hacia  el  sur,  costeando,  por  los  lla­
       mados  pasos  de  la  playa,  hacia  la  ciudad  marítima  de  Miriandro,  no  lejos  de  la
       entrada de los pasos principales de Siria  (pasos  de Bailan);  su intención era llegar
       a  la  mañana  siguiente  a  los  llanos  de  Siria  y  Sojoi.  Por  la  noche  se  desató  una
       furiosa  tormenta,  pues  corrían  los  primeros  días  de  noviembre;  el  viento  y  la
       lluvia impedían la marcha; el ejército permaneció  acampado  en Miriandro,  a  unas
       tres  millas  al  sur  de  los  pasos  de  la  playa;  en  término  de  pocos  días  esperaban
       encontrar al enemigo en los llanos  de Sojoi para  presentarle la batalla  decisiva.
   156   157   158   159   160   161   162   163   164   165   166