Page 275 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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ENTREGA DE BESSOS 271
tamente; apoderándose entre todos de la persona del “rey Artajerjes” y mandaron
decir a Alejandro que si les enviaba un pequeño destacamento de tropas estaban
dispuestos a entregarle a Bessos, el cual se encontraba en su poder. Al recibir la
noticia, Alejandro concedió algún descanso a su ejército y, mientras él y el resto
de las tropas seguían a pequeñas marchas, mandó por delante al lágida. Tolo-
meo, de la guardia, al frente de seis mil hombres, número que se consideró
suficiente para asegurar la captura, aun en previsión de la contingencia de que
el ejército enemigo se resistiera a entregar al prisionero. Este cuerpo de ejército
cubrió en cuatro días un trayecto de diez de marcha normal y llegó al lugar
en que habían estado acampados hasta hacía poco Espitámenes y su gente. Allí
se supo que los dos caudillos de la traición, Espitámenes y Datafernes, vacilaban
todavía en cuanto a la entrega de Bessos; en vista de ello, Tolomeo ordenó a la
infantería que siguiera sin apresurarse, mientras él galopaba hacia adelante con
la caballería. Pronto llegaron delante de las murallas de una pequeña plaza en la
que se encontraba Bessos con el puñado de tropas que le quedaba, después de
abandonado por Espitámenes y los otros cabecillas; al final, los príncipes habían
sentido vergüenza de entregarlo por su propia mano. Tolomeo cercó la plaza e
invitó a los que estaban dentro, por medio de un heraldo, a entregarle a Bessos,
prometiéndoles que, de hacerlo, sus vidas serían respetadas. Se abrieron las puer
tas, entraron los macedonios, apoderáronse de la persona de Bessos y sfe retiraron,
con su presa, en columna cerrada para ir a reunirse con Alejandro; pero antes,
Tolomeo consultó cómo ordenaba Alejandro que el regicida compareciese ante él.
Alejandro ordenó que se le exhibiera desnudo y con cadenas al cuello a la derecha
del camino por donde él habría de pasar con sus tropas. Así se hizo; al encon
trarse frente a él y verlo, desnudo y encadenado, Alejandro mandó parar su carro
y le preguntó por qué había apresado, arrastrado con él preso y, por fin, asesinado
a Darío. Bessos le contestó que no lo había hecho por sí y ante sí, sino de
acuerdo con todos los que entonces rodeaban a Darío y con la esperanza de con
graciarse así con el rey, es decir, con Alejandro. Este mandó que fuese azotado
y que el heraldo anunciase lo que había declarado el regicida. Bessos fué condu
cido a Bactra, para ser juzgado allí.
Así es como Tolomeo refiere este episodio, mientras que según Aristóbulo
fueron Espitámenes y Datafernes quienes entregaron a Bessos, encadenado. Esto
parece brindar un punto de apoyo a la tradición de Clitarco, en que se hace
resaltar con mayor relieve aún que Espitámenes, Datafernes, Catanes y Oxiartes
obtuvieron el perdón de Alejandro y fueron mantenidos, tal vez, en sus posesiones.
Alejandro pensaría, tal vez, que lo ocurrido le aseguraba la sumisión de aquel país.
Es cierto que siguió marchando desde Nautaca sobre Maracanda, capital de la
Sogdiana, y que, dejando aquí una guarnición, avanzó hacia las márgenes del
Jaxartes; pero nuestras fuentes no dicen que nombrase a nadie para encargarse
de la satrapía de los sogdianos ni que dictase ninguna otra medida relacionada
con la sumisión del país; al parecer, limitóse a exigir una fuerte contribución de