Page 316 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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312               LUCHAS  DEL  LADO  ACA  DEL  INDO

         como  si  ni  siquiera  el  vuelo  de  los  pájaros  pudiese  llegar  a  ella.  Como  a  unas
         quince millas del lugar en que confluyen el  Cofen y el Indo,  se yergue una última
        estribación  de  la  montaña  nordoccidental,  una  gran  pirámide  rocosa,  que  según
         los  datos  de  los  antiguos  tendrá  como  cuatro  millas  de  ancho  en  su  base  y  una
         altura  de  unos  5,000  pies;  en  la  cima  de  este  escarpado  macizo  montañoso  alzá­
         base  aquella  notable  ciudadela  roquera,  rodeada  de  murallas,  de  huertos,  de
         fuentes  y  de  bosques  y  con  recursos  suficientes  para  que  pudieran  vivir  en  ella,
         un  año  con  otro,  miles  de  hombres.  Allí  habían  ido  a  refugiarse  muchos  de  los
         habitantes  de  la  tierra  llana,  llenos  de  confianza  en  la  seguridad  de  aquel  nido
         de  águilas  acerca  de  cuya  inexpugnabilidad  circulaban  múltiples  leyendas.  Todo
         ello  hacía  que  Alejandro  considerase  absolutamente  indispensable  conquistar
         aquella  roca;  no podía  perder  de  vista la  gran  impresión  moral  que  produciría  en
         sus  tropas  y  en  los  naturales  del  país  un  asalto  victorioso  contra  la  fortaleza  de
         Aornos;  por  otra  parte,  aquella  importante  posición,  de  quedar  en  manos  del
         enemigo,  podría  servir  de  eje  para  los  más  peligrosos  movimientos  en  su  reta­
         guardia.  Ahora,  después  de  sometidas  todas  las  tierras  de  los  contornos  y  te­
         niendo  ya  junto  al  Indo  una  posición  firme  que  permitiría  abastecer  al  ejército
         sitiador por  mucho  tiempo  que  durase  el  sitio,  Alejandro  acometió  esta  empresa,
         tan  temeraria  como  peligrosa.  Su  decisión  inquebrantable  de  tomar  aquella  for­
         taleza, costara lo que costara,  era lo  único que garantizaba  un resultado victorioso.
             Dejó  a  Crátero  con  algunas  tropas  en  Embolina,  cerca  del  Indo.  Llevó
         consigo solamente a los  agríanos,  a  los  arqueros,  a  la  taxis  de  Coino,  a  una  selec­
         ción de  tropas ligeras  de las  otras  taxis,  a  200  jinetes  de  los  hetairos  y  a  100  ar­
         queros  a  caballo,  acampando  con  estas  fuerzas  al  pie  de  la  roca.  Para  escalarla
         no había más que  un camino,  muy hábilmente  trazado,  todos  los  puntos  del  cual
         admitían  una  defensa  fácil  y  perfecta.  En  eso  presentáronse  ante  Alejandro
         gentes  que  habitaban  en  aquellas  cercanías  y  que,  sometiéndosele,  se  ofrecieron
         para  llevarle  a  un lugar  desde  el  que  los  macedonios  podrían  atacar  la  fortaleza
         y  tomarla  con  relativa  facilidad.  Tolomeo,  hijo  de  Lago,  el  somatofílace,  recibió
         el encargo  de escalar la roca  con los  agríanos,  el  resto  de la  infantería  ligera  y  un
         grupo  de  hipaspistas  escogidos, llevando  como  guías  a  los  hindúes  que  se  habían
         ofrecido  para  ello;  por  ásperos  y  difíciles  senderos  lograron  llegar  sin  ser  vistos
         por  los  defensores  de  la  ciudadela  al  lugar  señalado  por  los  guías,  donde  se
         atrincheraron  detrás  de  una  empalizada  y  encendieron  el  fuego  convenido  como
         señal.  Alejandro,  al  ver  la  señal,  ordenó  que  se  preparase  todo  para  lanzarse  al
         asalto  a la  mañana  siguiente,  con la  esperanza  de  que  Tolomeo  atacaría  también
         desde la altura  en  que  se  encontraba.  Sin  embargo,  resultó  imposible  avanzar  un
         solo paso  desde la  base  de  la  roca;  los  defensores  de  ella,  sintiéndose  seguros  por
         este lado,  atacaron  con gran violencia la  altura  ocupada  por  Tolomeo  y  al  lágida
         le  costó  enorme  esfuerzo  defender  su  posición  atrincherada.  Sus  arqueros  y
         agríanos  salieron  muy  quebrantados  del  ataque  del  enemigo,  el  cual  se  retiró  a
         la  fortaleza  al  caer la  noche.
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