Page 321 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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GUERRA  CONTRA  PORO                      317



                            GUERRA  CONTRA  E L   REY  PORO
           Al  aliarse  tan  amistosamente  con  Alejandro,  el  príncipe  de  Taxila  llevaba,
       indudablemente,  la  mira  de  apoyarse  en  él  para  dar  la  batalla  a  su  antiguo  y
       poderoso  enemigo,  el  príncipe  Poro,  del  viejo  linaje  de  los  Paurava,  que  reinaba
       al  otro  lado  del  Hidaspes  sobre  un  territorio  de  “más  de  cien  ciudades”,  dispo­
       nía  de  un  potente  ejército  y  tenía  como  aliados  a  varios  príncipes  vecinos,  prin­
       cipalmente  al  de  Kachmir.  Sus  enemigos  eran,  en  el  Indo  el  príncipe  de  Taxila,
       por  el  otro  lado  los  pueblos  libres  que  vivían  en  las  estribaciones  del  Himalaya,
       en  las  tierras  situadas  más  allá  del  Acesines  y  en  las  comarcas  bajas  del  país  de
       los  cinco  ríos.  La  hostilidad  de  estos  pueblos  “sin  rey”  (arattas)  contra  los  prín­
       cipes,  el  más  poderoso  de  los  cuales  era  el  Paurava  enclavado  entre  el  Hidaspes
       y el Asecines, paralizó la fuerza de resistencia  del Pendchab  contra la  invasión  del
       occidente.
           Desde  Taxila,  Alejandro  había  enviado  un  mensaje  a  Poro,  invitándole  a  re­
       cibirle y presentarle sus respetos en la frontera de su reino.  Poro había  contestado
       que  recibiría  a  Alejandro  en  la  frontera  de  su  reino,  pero  con  la  fuerza  armada;
       al  mismo  tiempo,  había  requerido  la  ayuda  de  sus  aliados,  había  suplicado  el
       rápido  envío  de  refuerzos  al  príncipe  Abasares,  quien,  a  pesar  de  la  promesa  de
       sumisión hecha  recientemente  a  los  macedonios,  le  había  prometido  engrosar  su
       ejército  con  sus  propios  contingentes,  había  avanzado  con  sus  tropas  hasta  el  río
       que formaba la  frontera de su reino,  el  Hidaspes, y había  acampado  en la  margen
       izquierda,  decidido  a  cerrar el  paso  al  enemigo,  costase lo  que  costase.  Ante  estas
       •noticias, Alejandro  envió  al  estratega  Coino  al  Indo  con  el  encargo  de  desmontar
       las  barcas  de  la  flotilla  fluvial  para  transportarlas  por  tierra  y  llevarlas  lo  antes
       posible, en carros, al río  Hidaspes.  Al  mismo· tiempo,  el  ejército  partió, de Taxila,
       después  de los  sacrificios y torneos  usuales  en  estos  casos.  A las  tropas  de Alejan­
       dro habíanse  incorporado  5,000  hindúes  del  ejército  de  Taxiles y  de  los  príncipes
       vecinos:  los  elefantes  que  Alejandro  había  ido  reuniendo  como  botín  de  guerra
       o  como  regalos  de  los  príncipes  amigos  quedaron  atrás,  pues  los  caballos  mace­
       donios  no  estaban  acostumbrados  a  su  presencia  y,  además,  sólo  representaban
       un estorbo  para los  métodos  de ataque  propios  del  ejército  de  Alejandro.
           Durante  la  marcha  comenzaron  los  primeros  chaparrones  torrenciales  de  la
       lluvia  tropical;  las  aguas  corrían  como  torrentes,  los  caminos  parecían  ríos  y  las
       frecuentes  tormentas  combinadas  con  huracanes  demoraban  continuamente  la
       marcha.  El ejército  iba acercándose a la  frontera  sur del reino  de Taxila.  Un  des­
       filadero  largo  y  bastante  angosto  daba  paso  aquí  a  las  tierras  de  Espítales,  pa­
       riente y aliado  de  Poro;  el  paso  estaba  bloqueado  por las  tropas  de  este  príncipe,
       que  tenían  ocupadas  las  alturas  de  los  dos  lados.  Pero  una  audaz  maniobra  de
       caballería  mandada  personalmente  por  Alejandro  sorprendió  al  enemigo,  lo  des­
       alojó  de  sus  posiciones  y  lo  encajonó  de  tal  modo  en  los  desfiladeros  que  sólo
       logró salir a campo libre después de sufrir gran número de bajas. Ante aquel revés,
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